El Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) hizo balance ayer de sus dos primeros años de gestión, 12 días antes de que se cumplan, y, en una puesta en escena poco habitual en el Palacio de Montemuzo -por el lugar escogido, sobre todo-, entró a valorar su situación actual, dentro y fuera del consistorio, y sus perspectivas de futuro. Las suyas y también las del alcalde, Pedro Santisteve, que pese a sacar pecho de sus logros, y también autocrítica de sus errores, eludió garantizar que él quiera seguir liderando este proyecto en la próxima legislatura y repetir como candidato a la Alcaldía en los próximos comicios. «Ese melón no hay que destaparlo a dos años de las elecciones», respondió a una pregunta directa sobre esta cuestión. A la que apostilló que ZeC «seguro que seguirá» y que el éxito del mismo «no es una cuestión de personas».

Sorprende porque, sin ser una respuesta vinculante y pese a haber afirmado previamente que el proyecto de ZeC «es a seis años, no a dos», por aquello de las promesas que pueden llegar a cumplir o no antes de la cita electoral del 2019, no mostrara abiertamente su deseo de seguir liderándolo en la próxima legislatura.

Pero Santisteve hizo un exhaustivo repaso a la situación actual de su Gobierno en el consistorio, al que definió como «potente, sólido, dinámico y compacto, con una impresionante capacidad de trabajo en el que nos hemos dejado la piel». Y del clima hostil en que se ha convertido el debate municipal, «de patio de escuela» o de «gallinero» llegó a calificar. Un «mal ejemplo» para la ciudadanía que se esforzará en revertir y, especialmente, con los partidos de izquierda, que para eso le mantienen en el cargo.

¿MANO TENDIDA?

La relación con el PSOE es su gran asunto pendiente en la legislatura. Pero se mostró confiado en que cuando elija a su próximo secretario general, entre Susana Díaz, Pedro Sánchez o Patxi López, «sea el resultado que sea, esto cambie y les dé estabilidad y acabe con esta confusión». En ello va la suya propia, la estabilidad que, dijo, seguirá intentando tendiéndole la mano en los dos años que restan de mandato. «A futuro no descarto absolutamente nada», añadió. Aunque eso trufa con su visión de que la «desafección política que nos afecta a todos» también se debe a «esa vieja izquierda fraccionada, entre los que miran al ombligo del poder y quienes quieren cambiarlo».

Son las «diferentes almas» que tantas veces le han achacado a ZeC y que él ayer usó para referirse a los socialistas. A su juicio, el grupo municipal del PSOE está entre los que, haciendo alusión a las palabras del presidente manchego Emiliano García Page, «todavía no han asumido la derrota» del 2015. «No se puede pretender gobernar desde la oposición con el PP porque es contra natura. Queremos que se desbloqueen los temas y si puede haber un acuerdo de estabilidad, estupendo, pero ambos debemos tender la mano»

AUTOCRÍTICA

En este sentido, el alcalde y su Gobierno reparte culpas y responsabilidades en esa confrontación permanente en la que ambos conviven. Y también planteó propósito de enmienda. «Hay que intentar que eso se modifique», señaló.

Santisteve quiso hacer autocrítica y achacó sus errores a su inexperiencia. «Igual nos pudo la ilusión, creer que solo con entusiasmo cambiarían las cosas de forma casi mágica. Hemos podido pecar de ingenuidad y minusvalorar el grado de dificultades que íbamos a encontrar. Éramos inexpertos», expuso. Y a todas las críticas de la oposición sobre su incapacidad o falta de diálogo, respondió con los ejemplos que sí se han dado fuera. La ley de capitalidad desbloqueada con el presidente aragonés Javier Lambán. La avenida Cataluña, con el ministro Íñigo de la Serna. El nuevo convenio de los barrios rurales, con el presidente provincial, Juan Antonio Sánchez Quero.

Son logros que no se dan de puertas para adentro, pero advirtió que tampoco en la calle percibe «tanto negativismo». Fuera ve más «sensación de apoyo» en los ciudadanos, aunque también comprende que «hay gente (en los grupos municipales) que no tiene interés en que esto cambie». Y es el apoyo de los vecinos, aseveró, el que mantiene el «optimismo» a futuro e intacta la ilusión de los primeros días. Cuando el objetivo era «dotar de vitalidad a unas instituciones que estaban en la UVI».