San Valero no solo es sinónimo de día de celebración en Zaragoza. Ni siquiera es la única localidad en Aragón que hace fiesta por su patrón. Otros municipios de las tres provincias tenían ayer actos festivos, algunos incluso los iniciaban el pasado fin de semana. Porque el santo, cada 29 de enero, también mueve a vecinos y a visitantes de otros lugares a salir a la calle y venerar su figura. Y en otros, como en Huesca, se ha convertido en una oportunidad de atraer a los habitantes de la capital que huyan del bullicio y, como en este 2018, aprovechen la ocasión de tener tres días de disfrute lejos de la capital.

También en el área metropolitana de Zaragoza se organizan actividades por San Valero, incluso sin ser fiesta en esos municipios. Es el caso de Utebo, donde el Alcampo cada año ofrece la oportunidad de poder realizar compras y, como sucedía ayer, degustar un roscón después de llenar el carro. La afluencia estos días, en los que es fiesta en la capital pero ellos abren las puertas como un día laborable más, se nota en el aumento de la clientela. Y qué mejor que ofrecerles el tradicional dulce de su patrón para recibirles.

En Huesca, la capital altoaragonesa ha visto que este día de San Valero era una buena oportunidad para ofrecer a los zaragozanos la posibilidad de conocer sus secretos, sus encantos, a través de visitas guiadas y teatralizadas como las que ayer realizaron más de 200 personas. La Oficina de Turismo recibía a los turistas vecinos para llevarles y explicarles los alicientes de su casco antiguo o conocer, de la mano de Ramiro el Monje, la cocina aragonesa del ayuntamiento, recuperada recientemente y donde se podían degustar productos típicos.

Huesca y Zaragoza estaban, por unas horas, más cerca y eso también se vivía en las calles. Donde les esperaban también, las carpas instaladas en la plaza López Allué, con productos que poder comprar y degustar. O, un poco más lejos del centro, visitar el planetario, el Espacio 0.42, donde se podía disfrutar de ofertas promocionales.

San Valero este año era, además, uno de los tres días festivos en los que planificar una escapada. Y a eso se apuntaban las estaciones de esquí, que también lanzaban oportunidades que se dejaron notar en la afluencia.

EN OTROS PUEBLOS

Pero cada 29 de enero la fiesta patronal no solo se vive en la capital aragonesa, porque también hay programa de actos en Cariñena. En esta ocasión, la misa en honor a San Valero en la iglesia de la Asunción, con misa cantada por la Coral Juan Briz, abría una serie de actos festivos que, por la mañana, congregaron a numerosas personas en torno a la fuente de la Mora, en la plaza España. En ella esperaban raciones del tradicional roscón a los vecinos y visitantes que se acercaron a vivir la fiesta en el municipio. Allí mismo, el tragachicos de Don Quijote hacía las delicias de los más pequeños antes de que, por la tarde, se trasladara a la plaza Alta. Pero antes, también por la mañana, la comparsa de cabezudos iniciaba su recorrido habitual persiguiendo a los niños por las calles del municipio. Ya en horario vespertino, el encierro para los aficionados a los festejos taurinos y la música en el Centro Mercantil y el de mayores, cerraban una oferta en la que, además, se incluía visitas a algunas bodegas.

En la localidad turolense de Castelnou, San Valero es día grande y se ponía el broche a un programa festivo que ya se iniciaba el pasado sábado con la tradicional hoguera. La procesión y la ofrenda de panes benditos eran las protagonistas ayer, con numerosos vecinos y visitantes acompañando al santo y, junto a Baluarte Aragonés, en la misa baturra. Es una cita con la tradición que proseguía con el aperitivo en el pabellón , donde horas más tarde se celebraba la cena de hermandad.

También en Teruel había actos por San Valero en Híjar, en el barrio que lleva su nombre, y en Seno. Y en la de Huesca destacan los actos en Estada y en Velilla de Cinca. En la primera, la Rondalla de Graus ponía música a la procesión matutina, antes de la comida popular y del programa vespertino que acababa en traca por la noche. En la segunda, también la procesión del santo era el acto destacado.