Pues sí que había que echarle cara a ese jetaoke. El Poeta Eléctrico de Zaragoza creó nuevo reto para los artistas de la tierra, creando un lugar de divertimento e improvisación. Pelucas, gafas y lo que hiciera falta para echarle morro a la escena. Así fue la fiesta de tercer aniversario de este conocido gin-club, que plantó a su emblemático tigre en la entrada para recibir en el photocall. Al frente, Óscar Vicente, conocido chef y músico, que fuera Antílope en Volador, y que ahora está a punto de estrenos varios (disco en solitario y paternidad), amén de otros proyectos y de su local. Y, como invitados, muchos incondicionales, desde Nacho Estévez El Niño, al polifacético Luis Cebrián, pasando por el músico y hombre de cine Emilio Larruga, el fotógrafo Lorenzo Izquierdo, la televisiva Virginia Martínez o el humorista Diego Peña.

Hubo representación del mundo culinario, empezando por otro televisivo (el chef Daniel Iranzo) y por David Balrich, premiado jefe de cocina de La Senda. Entre tanto y tanto, algún niño del Brasil, músicos, bloggueros... La audiencia era perfecta para tuitear, retuitear, presumir de photocall y añadir novedad de propina. Como ocurrió, con la puesta de largo del "gincolabis" (unión de cócteles y snacks que --dicen-- promete plantarle cara al vermouth). Brillaron la gastronomía y la ginebra. Hasta una Nolet's Dry para mirar (cuesta la friolera de 700 dólares). Todo fuera por tirarle de las orejas... Por desear larga vida a este poeta.