Buena parte de las gorras, boinas y sombreros que utilizan los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se fabrican en Zaragoza. Concretamente, en un pequeño taller ubicado en una nave de la plataforma logística Plaza. De hecho, la firma aragonesa Ángel Gabardós es la única empresa española que fabrica prendas de cabeza para el Ejército o la Policía. «En los concursos públicos competimos con compañías de fuera, y no es nada fácil, porque ajustan mucho los precios en detrimento, eso sí, de la calidad», subraya Ángel Gabardós, que recuerda que su empresa lleva casi cien años (en el 2022 celebrará su centenario) trabajando en el sector.

No en vano, en los años de la guerra civil ya era la encargada de suministrar las boinas de los soldados de ambos bandos. «Mi abuelo nos contaba que por un portón venían los republicanos a recoger el género y por el otro venían los nacionales», apunta el empresario. En esa época, la compañía llegó a emplear a cerca de 200 personas en su sede de la calle Predicadores.

Desde entonces, la firma ha logrado sobrevivir a crisis económicas y a la llegada de los nuevos canales de comercialización y distribución. Eso sí, su plantilla ya no es tan elevada. Actualmente emplea a 22 personas, sobre todo a mujeres que cosen de manera casi artesanal todos sus productos.

El año pasado, su producción superó las 150.000 unidades. «Fabricamos prendas de cabeza para el Ejército, la Guardia Civil, policias nacional y autonómica o para la Academia General Militar, pero también elaboramos complementos y bordados artesanales», explica Ángel Gabardós, que apunta que el 85% de su producción se destina a las Fuerzas de Seguridad del Estado. «El resto lo vendemos en tiendas o a coleccionistas que nos piden gorras de alguna época concreta», añade.

Su calidad y diseños también han llamado la atención de la industria del cine. Tanto es así que en los Goya de este año la película 1898. Los Últimos de Filipinas, para la que había trabajado, se llevó el premio al mejor vestuario.

UN EMPLEO CON SALIDAS

Lo único que lamentan los hermanos Ángel y Abel Gabardós, que representan la tercera generación de esta empresa familiar, son las trabas a la hora de encontrar mano de obra cualificada. «La juventud no lo ve como una profesión con salidas y apenas hay formación especializada para aprender a manejar la máquina de coser», lamenta Abel. «A nosotros nos gustaría tener dos o incluso tres turnos de trabajo porque producción hay», apunta. De hecho, en algunos concursos públicos no han sido seleccionados porque no podían garantizar la fecha de entrega.

Este hándicap incluso está lastrando el crecimiento en el exterior de la empresa, que factura en torno a dos millones de euros. «Si lo que fabricas ya lo tienes todo vendido es difícil abrir nuevos mercados, aunque hemos trabajado en Italia, Francia, Bélgica o Portugal», comenta Abel.

La consejera de Economía, Marta Gastón, que visitó el viernes la empresa, recogió el guante de la escasez de mano de obra y recordó que hace unos meses la DGA puso en marcha el plan Moda y Hábitat para apoyar e impulsar el sector textil y del mueble. Así, aseguró que su departamento quiere aprovechar que la Federación de Industrias Textiles y de la Confección de Aragón (Fitca) es un centro homologado por el Inaem para realizar cursos de formación. «Queremos canalizar esa necesidad de mano de obra», indicó Gastón, que recordó que el textil emplea a más de 3.300 personas.