Schindler asestó ayer un duro golpe al tejido industrial aragonés al anunciar el despido de 119 trabajadores de la planta que la compañía tiene en el polígono Empreasarium de Zaragoza. El fabricante de ascensores quiere prescindir de la unidad de producción de componentes SDS (Schindler Drive Systems), lo que reducirá la plantilla de este centro productivo (400 empleados) en más del 25% y supondrá la práctica desaparición de la actividad industrial. Se trata, en definitiva, de un proceso de deslocalización hacia otras plantas que la compañía tiene en Suiza (2), pero sobre todo en Eslovaquia.

La noticia causó un profundo malestar entre los trabajadores de la factoría, algunos de los cuales no pudieron evitar las lágrimas tras recibir la información. «La gente está bastante noqueada» por la noticia, según reconocieron fuentes de la plantilla, que ha ido creciendo en número en los últimos años.

Sin embargo, Schindler justificó el proceso de despido colectivo en cuestiones productivas, organizativas y tecnológicas. «La demanda de ascensores en los mercados del sur de Europa ha disminuido de manera significativa en los últimos años y se prevé que se mantenga baja en el futuro». Además, la compañía argumentó que «la evolución tecnológica determinará el cambio del 60% de los componentes de los ascensores en el 2020», al tiempo que añadió que «las piezas fabricadas en SDS quedan obsoletas». Algunas fuentes consultadas por este diario señalan que las inversiones realizadas en los últimos años en la fábrica «han sido prácticamente nulas».

El complejo, que inauguró sus nuevas instalaciones en el 2007 al trasladarse desde el barrio de Las Fuentes, acoge también el centro de formación de montaje, el de ingeniería, el centro de asistencia técnica y los departamentos de seguridad de producto, calidad, compras o el departamento de sistemas de la información. Así, el número de empleados localizados en Zaragoza asciende a 500, de los que 400 están en el polígono Empresarium. Pero esa cifra ya es historia.

Algunas fuentes cercanas a la firma apuntaron a este diario que la compañía ha ido preparando el camino a una deslocalización de la actividad industrial de Zaragoza, ya que en los últimos años se han realizado importantes inversiones en las factorías de Suiza y Eslovaquia, país este último que cuenta con una renta per cápita sensiblemente inferior a la de España. Además, el incremento de la actividad económica e inmobiliaria en el este de Europa hace que sea mucho más rentable invertir allí por los gastos logísticos que supone trasladar productos al mercado de destino desde Zaragoza.

Pese a ello, el grupo dijo que ha evaluado «todas las opciones posibles antes de tomar esta decisión». Y aunque los sindicatos confían en recuperar parte del empleo, todo apunta a que se trata de un golpe mortal a una de las firmas industriales históricas en Aragón. A ello se añade el posible efecto que pueda tener la decisión de Schindler en el tejido auxiliar de la comunidad, que, aunque no es excesivo puede elevar la pérdida de empleo.

Desde la DGA evitaron pronunciarse sobre el expediente de extinción presentado a los trabajadores, al considerar que hay que esperar los resultados del periodo de negociación entre la empresa y el comité, formado por UGT, CCOO y USO.

Schindler y los representantes de los trabajadores tiene a partir de ahora siete días hasta que comience un periodo de consultas de un mes como máximo para negociar una posible reducción del recorte laboral así como las indemnizaciones a percibir por los afectados. La secretaria general de Industria de CCOO en Aragón, Ana Sánchez, puso ayer el acento en la necesidad de bajar los despidos. Desde la empresa subrayaron que se inicia una negociación con el fin de «alcanzar el mejor acuerdo posible para ambas partes y mitigar los efectos de este anuncio».

UN BOMBAZO PARA 120 FAMILIAS

«Esto es un drama familiar, es un bombazo que ha caído sobre 120 familias». Es la reacción de un trabajador de la plantilla de Schindler ante el anuncio de 119 despidos en la fábrica de Zaragoza. «Había chicas llorando, incluso hombres de 50 años que no podían contener las lágrimas», recalca este empleado que subraya el desánimo que cundió ayer en la planta del polígono Empresarium.

No es para menos, ya que una buena parte de los trabajadores que se van a ver afectados por el recorte laboral tiene alrededor de 50 o más años, lo que dibuja un horizonte desolador para ellos y sus familias. «Nosotros sabemos hacer muy bien nuestro trabajo, pero si nos despiden no sé que será de nosotros», apunta otro empleado de 48 años que prefiere guardar el anonimato y que lleva alrededor de 25 años en la factoría aragonesa como la mayoría de la plantilla.

Desde el comité apuntaron que la empresa ha tenido y tiene ganancias, lo que todavía hace más incomprensible la medida adoptada, aunque «esperemos a conocer la memoria del expediente», apunta el presidente del comité, Sergio Jaca, que recalca que «nos faltan datos para intentar entender», por lo que consideran que se trata de un claro caso de deslocalización. Y su efecto ha sido demoledor. «Esto ha sido un shock para todos», subraya Jaca.