Poco tendrán que investigar los nuevos responsables de la Confederación Hidrográfica del Segura para encontrar decenas de pozos ilegales que las anteriores administraciones toleraron durante años pese a las denuncias de huertanos y ecologistas. Después de todo, las denuncias de corrupción hidráulica hechas por la gente de la Nueva Cultura del Agua eran ciertas. ¿Quién lo dudaba?

Claro que aquí tenemos ahora dos buenos temas por dilucidar. El primero es si alguien irá ante los tribunales por auspiciar ese mercado negro del agua en la vega murciana. ¿Se va a investigar a los responsables de aquella Confederación, algunos de los cuales fueron luego altos cargos de los ministerios de Fomento y Medio Ambiente en los gobiernos del PP? Es probable que no, porque Zapatero se ha empeñado en llevar a cabo su cambio tranquilo sin mirar atrás ni volver a tensar la cuerda política. Así que casi todas las zonas de sombra generadas en la era Aznar en la sombra quedarán, y los señores conservadores podrán seguir presumiendo de honestidad gestora. Así se escribe la Historia.

La segunda cuestión es cómo se las arreglarán Zapatero y Narbona para convencer a los actuales gobernantes levantinos y a determinados poderes fácticos de aquellas regiones de que el desmadre hidráulico se ha acabado, que es insostenible... que es un delito. Porque Valcárcel y Camps no cejarán fácilmente. Poderosos intereses económicos y políticos les empujan a seguir quemando los recursos naturales de sus territorios en la hoguera de la especulación. No son los únicos que se dejan llevar por tal impulso. Aquí, en Aragón, también los hay decididos a lo que sea (por ejemplo destrozar el Pirineo) con tal de mantener en marcha la maquinita de hacer dinero. Será complicado volver a la sensatez. El jefe del PP aragonés, Gustavo Alcalde, por ejemplo, cree que no podemos considerar el agua "un elemento más del paisaje". Lo dice así, y se queda tan fresco. A ver quién arregla esto.