La catedral de La Seo de Zaragoza contará con un nuevo Museo Capitular que podrá visitarse a finales de año y que estará configurado por la actual Sala Capitular del templo, en fase de restauración, y la Sacristía.

Además, a partir del mes de marzo ya se podrá admirar el azulejo que recubre la Sala Capitular, una vez que concluyan las obras de restauración a las que se ha sometido este espacio, a las que el Gobierno de Aragón ha dedicado 125.000 euros a través del Plan Impulso.

Así lo han confirmado la consejera de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, Dolores Serrat, y el deán del Cabildo, Manuel Albor, en el transcurso de una visita para conocer el estado de las obras de dicha sala.

Desde el mes de diciembre y por espacio de tres meses se están llevando a cabo obras de saneamiento e impermeabilización de la Sala Capitular, para reparar los daños de salinización causados por la humedad y las grietas de las paredes.

Serrat ha recordado que esta sala permanecía en el mismo estado en que la configuró el arquitecto José de Yarza y Lafuente en 1804, fruto de una ampliación de la catedral, y estaba cerrada desde los años cincuenta, antes de que se iniciaran las obras de restauración integral a las que se sometió la catedral a finales del siglo pasado, por lo que se trata de una zona que "muchos zaragozanos ni conocen ni recuerdan", ha apuntado.

Estas obras concluirán a finales de febrero o principios de marzo, fecha a partir de la que, ha informado el deán, se podrá "admirar" el azulejo, aunque como Museo Capitular y "si no se interrumpen las obras" no se abrirá hasta final de año.

De este modo, la visita al templo posibilitará además de contemplar su interior, uno de los principales ejemplos de la fusión de diferentes estilos artísticos, acceder al Museo de Tapices y a la Sala Capitular.

La Seo fue levantada en estilo románico sobre la Mezquita Mayor tras la conquista de la ciudad por Alfonso I en 1118 y se consagró con la advocación de San Salvador en 1121.

Su configuración actual es fruto de múltiples ampliaciones y reformas desde el siglo XII hasta el XX, que han dado como resultado un edificio en el que conviven en "notable unidad" elementos románicos, góticos, mudéjares, renacentistas, barrocos y neoclásicos.