El servicio de bicicleta pública en Zaragoza, Bizi, sigue en caída libre. El 2018 se convirtió en su séptimo año consecutivo de disminución de usos desde que en el 2011 los tribunales prohibieran la circulación por las aceras. Pero el año pasado era especialmente importante porque culminaba sin éxito el intento de ampliarlo a todos los distritos de la ciudad y, sobre todo, por la irrupción de la movilidad compartida en la capital aragonesa. Saber si las cinco compañías que operan con bicicletas, patinetes y motos de alquiler le afectarían mucho en su aterrizaje en la recta final del año. Pues bien, Clear Channel cerró el ejercicio con 1.823.604 usos, que representan una reducción del 10% con respecto al 2017.

El 2018 concluyó con casi 200.000 desplazamientos menos en solo un año con respecto a los 2.002.393 usos contabilizados el ejercicio anterior, pero no es el único dato negativo, ya que son menos usos pero también menos personas que usan el Bizi. La misma tendencia descendente se ha producido con el número de abonados, ya que los 23.835 del 2017 han terminado siendo 22.200 el pasado 31 de diciembre. Son 1.600 menos en solo un año, un 7,7% de reducción que se suma al acumulado de los últimos seis ejercicios (curiosamente, en el 2012 hubo más que en el 2011), en los que se ha producido una disminución del 42,7% desde su máximo histórico, registrado en el 2012, cuando eran 38.887 abonados.

POR LA AMPLIACIÓN FALLIDA

La disminución tiene una traslación directa en la media de usos por bicicleta al día, también acumula siete años consecutivos bajando. En el 2011 eran 7,84 desplazamientos de promedio y el 2018 finalizó con 4,1, que rebaja en solo dos décimas los 4,3 registrados en el 2017 pero que representa un tercio menos de los 6,7 que se contabilizaban hace solo cuatro años.

Este dato empieza a cobrar relevancia con la aparición de la movilidad compartida, y en especial de los patinetes y bicicletas que hoy ya se encuentran en cualquier calle de la ciudad estacionadas y sin necesidad, como le ocurre al Bizi, de contar con una estación fija. Y es que este modelo de negocio, a diferencia del servicio público, quizá esté atrayendo a esos usuarios que, pese a contar con la tarjeta de abonado, no hacen un uso regular de la misma o sus desplazamientos en el cómputo global del año. A estos son a los que la oferta de las bicis y patinetes de alquiler les puede resultar más interesante.

Para los responsables de Clear Channel, la movilidad compartida «está afectando» pero «no es un factor determinante en el descenso del 2018». Según explicaron a este diario, atendiendo a las respuestas que ofrecen aquellos clientes que se dan de baja o no renuevan su abono, prima más que la ampliación del servicio a todos los distritos no llega, ni llegará en mucho tiempo. El recurso del PP tumbó el impulso dado por el Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC) y los usuarios se han cansado de esperar.

EN CUATRO MESES

Su argumento atiende, principalmente, al dato registrado de septiembre a diciembre en el servicio público, desde que empezaron a proliferar los patinetes y bicicletas compartidas en Zaragoza. En esos cuatro meses, los 678.000 usos contabilizados en el 2017 se han convertido en 631.000 durante el 2018, así que la movilidad compartida, a priori, solo habría restado, en el peor de los casos, 47.000 desplazamientos en cuatro meses, solo el 25% de los casi 200.000 de disminución en el global del año.

En pleno debate sobre la proliferación de este tipo de vehículos de alquiler que la iniciativa privada ha puesto en las calles de Zaragoza, la tendencia del servicio público sigue sin corregir una línea descendente de resultados que ya dura demasiados años en la ciudad. El modelo está en crisis en otras ciudades pero la competencia privada, que ni paga tasas por la utilización del espacio público ni está obligada a unos costes de explotación y mantenimiento que Clear Channel sí tiene, le hace perder ventaja en el pulso con los patinetes y bicicletas.

En su caso, el origen de la tendencia está en el fallo judicial que expulsó a las bicicletas de las aceras en el 2011, cuando Zaragoza contabilizaba 3,31 millones de desplazamientos al año y 38.732 abonados en el servicio Bizi. Hoy, la cifra ha menguado, siete años después, en 1,5 millones de usos y en 16.500 clientes fijos. Y nadie le pone freno a la caída.