«La demanda es muy baja». Lo reconoce Joaquín Santos, el gerente del Instituto Aragonés de Servicios Sociales (ISS) de la DGA. Y es que aunque el servicio de estancia nocturna es un recurso reconocido e incluido en las prestaciones de la Ley de Dependencia su uso no acaba de tener tirón en Aragón. Empezó en el 2016, de manera experimental, en la residencia Romareda de Zaragoza con el objetivo de dar «un respiro» al cuidador no profesional de una persona dependiente, ya que a esta se le ofrece la opción de dormir en el centro. Ofrece cuatro plazas que «más o menos se llenan y vamos dando respuesta», según Santos, pero sigue siendo un uso muy limitado en comparación con la cantidad de dependientes que hay en la ciudad.

El Gobierno de Aragón estaría dispuesto a ampliar las plazas o a extender el servicio, destinado a dependientes de grado II y III, a otros lugares si la demanda fuera mayor, pero lo cierto es que en Teruel y el Huesca, donde también está disponible, las solicitudes son especialmente mínimas o, en algunos días, inexistentes. “No me atrevo a especular sobre el motivo de por qué no se pide, pero posiblemente sea porque cuando uno necesita ir a un centro de estancia nocturna ya se requiere también la residencia. Es un recurso muy válido y óptimo para los cuidadores que están en casa porque el usuario puede ir a la residencia por la tarde, cenar allí, dormir y salir tras el desayuno al día siguiente. En ese periodo de tiempo el cuidador tiene margen para recuperar un poco su vida social, que también es algo a valorar”, explica Santos.

Horario flexible

Disponible los 365 días al año, los usuarios tienen flexibilidad de entradas y salidas (entre las 19.00 y las 22.00 horas y las 8.00 y las 11.30, respectivamente), en función de las necesidades de cada familia, y va dirigido especialmente a personas que por sus dolencias tienen un descanso agitado, por lo que su cuidado resulta más complicado para sus familiares. «Hablamos de exaltación nocturna donde el dependiente no duerme, tiene un deterioro cognitivo y de algún modo molesta al cuidador no profesional que, al día siguiente, está machacado y cansado», añade el gerente del IASS.

El perfil es «concreto» para el uso de este recurso, pero Santos añade que «en general» se encuentran con situaciones donde «mucha gente» prefiere la prestación económica a la familiar, como es este caso, donde se pretende ayudar al descanso del cuidador. «Creemos también que quizás falta algo de información o difusión y por eso no se solicita», señala. En la residencia Romareda es la trabajadora social la profesional que se ocupa de la gestión de las solicitudes. Ella, junto a varias compañeras y la propia directora del centro, han expuesto esta iniciativa en varios congresos sanitarios a los que han asistido.