El pasado 14 de marzo el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el decreto del estado de alarma, una decisión que conllevaba confinar a los españoles durante 15 días -ahora ya sabemos que serán más- y que solo les permitía salir a la calle por cuestiones imprescindibles. Este hecho ha generado que el paisaje de las ciudades cambie por completo, con la consiguiente disminución de la contaminación y por la desaparición en muchos puntos de la basura en las aceras. Esto ha provocado que los servicios de limpieza pública de Zaragoza se hayan reorganizado, con la intención de aprovechar mejor sus recursos y ser más eficaces.

Es por ello por lo que desde hace ahora diez días las brigadas que FCC tiene repartidas por la ciudad han cambiado sus rutinas. Las que acudían a limpiar a zonas no urbanas como los pinares de Venecia, el entorno del Canal Imperial u otros espacios abiertos ya no están desempeñando sus labores en estas áreas, «ya que al no haber gente paseando no se genera basura». Por el contrario, estos equipos se han trasladado a zonas urbanas que siguen siendo concurridas para evitar la acumulación de suciedad. En especial están actuando en los alrededores de los contenedores de basura, que pueden ser focos de infecciones o plagas si no se limpian con asiduidad. «Hemos preferido centrarnos en las zonas habitadas ya que, aunque ahora haya menos gente en la calle, estas siguen siendo donde más residuos se generan», dicen desde la contrata.

AGUA EN VEZ DE BARRIDOS

Otros grupos, como los que se ocupan del barrido de las calzadas, se han sustituido por equipos de baldeo. La razón es la misma que en el caso anterior: al haber mucha menos circulación, la suciedad que se genera es menor, por lo que los servicios de limpieza de la ciudad están aprovechando para limpiar con agua a presión el asfalto y las aceras de la ciudad. «La gente agradece que salgamos con la manguera porque el resultado es mejor», dicen desde FCC.

Las brigadas que los domingos limpiaban zonas céntricas de Zaragoza afectadas por el ocio nocturno y los botellones también han cambiado de destino. Este personal ahora centra sus esfuerzos dominicales en los barrios, que normalmente no disponen de este servicio los festivos.

Durante estos días, el personal de limpieza de FCC cuenta que su sensación «es parecida a la que sienten en Pilares», cuando la ciudad se acuesta llena de basura y amanece reluciente. «Nuestra labor no es tan importante como la de los médicos, pero que sigamos prestando servicio da tranquilidad a la gente», añade la empresa.

Asimismo, FCC también ha destinado alguno de sus equipos a la desinfección de zonas «sensibles» de la ciudad que siguen teniendo mucho trasiego. En total, hay 12 equipos que trabajan -siete de mañanas y cinco de tardes- limpiando con hipoclorito sódico rebajado en agua zonas como las marquesinas de los autobuses y el tranvía, el cementerio, los accesos a los hospitales, los centros de salud y las residencias de ancianos, los albergues municipales y los mercados de la ciudad, sobre todo los más grandes.