Este domingo supuso el fin de las bolsas de plástico gratis en los establecimientos españoles. La prohibición de regalarlas a los clientes -salvo excepciones- tiene como fin la reducción del consumo de plásticos y concienciar en lo relativo al impacto de este material en el medio ambiente. Pasados un par de días, comercios y consumidores aragoneses asumen con naturalidad esta decisión que ya esperaban, en la mayoría de los casos.

Así, aunque todo el mundo lo asume, las opiniones ofrecen matices. El vecino de Zaragoza Francisco Sánchez se muestra conforme con la medida, aunque no tanto con el precio: «Creo que 3 céntimos por una bolsa es caro, pero como se trata de eliminar el plástico, me parece bien. Si hay que pagarla, se paga», subraya. Se trata de un punto de vista similar al de Carlos que, tras comprar el pan, explica que la nueva norma no le supone mucho esfuerzo, ya que «en los supermercados hace tiempo que ya no dan». «Si voy a comprar muchas cosas cojo el carro, pero si voy a comprar dos cosas, voy y la pago», explica. Además, en estos casos, estira su uso para desperdicios. «El plástico es malo y está bien que la gente se acostumbre a utilizar otro tipo de bolsa», asegura.

Mari Carmen, quien volvía de la compra portando el característico carro, se muestra, sin embargo, descontenta: «Si te las dan, está prohibido, pero si te las cobran, ¿ya no está prohibido? No lo veo bien». Por eso, no duda en hacer uso de otras variantes: «Yo voy siempre con mi carro y, si no, llevo unas bolsitas, de tela o de lo que sea», afirma.

Por lo general, los comercios han vivido la entrada en vigor de esta prohibición con normalidad. Desde un establecimiento de Frutos Secos El Rincón observan que «el cliente no se molesta» porque el precio de la bolsa -de 2 céntimos en este caso- es bajo, y porque «ya lo tenían asumido», recalcan. «De momento nadie se ha quejado», subrayan.

Distinto lo ven desde la charcutería Jesús Yunquera, donde observan que los pequeños comercios tardarán más en adaptarse por el distinto trato con el cliente, que «funciona de manera distinta» a cómo lo hace en grandes superficies. Allí todavía entregaban estas bolsas, dependiendo de la necesidad del comprador. De esta forma, y aunque ve bien la medida, recalca: «Los grandes son los grandes y los pequeños pagamos el pato». En resumen, estima que con el tiempo se irán acostumbrando unos y otros, pero no «de un día para otro».

Otros sectores se adaptan a su manera al nuevo escenario. En la farmacia Salcedo Sesma, donde un cartel detalla los precios de las bolsas, explican que desde agosto tendrán otras que cumplen con la normativa y que les suministrará su distribuidor. De esta manera, las podrán regalar a sus clientes.