«Si con toda esta situación tan estresante no lo disfrutas, lo vas a pasar muy mal». Estas palabras hacen referencia al ritmo de trabajo de la logística y las pronuncia el responsable de esta faceta dentro del grupo Ágora, Jesús Soler quien, precisamente, busca que las personas que trabajen en el área sientan «pasión».

Este profesional, antiguo alumno del ZLC, impartió ayer una ponencia en la que explicó su evolución en el ámbito de la logística y mostró su visión de un sector que le ha concedido tres premios Pilot, desde que comanzara su andadura como estudiante en el 2006. «Tenemos muchísima suerte de tener un centro como este», afirmó sin dudarlo en el transcurso de su charla.

En ella desglosó las «lecciones aprendidas» que la logística le ha proporcionado a lo largo de los cerca de 13 años que acumula en el área.

Enseñanzas como que todo parte del cliente, la importancia de la estrategia y de la comunicación en el ámbito, el peso que tienen en él la transformación digital y la sostenibilidad y una necesaria actitud con atributos como la curiosidad y la humildad. En la última de las diez lecciones, la gestión del cambio y la disrupción, Soler se detuvo: «Hay que ser capaces de cambiar rápido», recalcó para añadir que, «para ser competitivos» se debe formar a los estudiantes en este aspecto.

Acerca del futuro de la logística, el experto puso como ejemplo aquellas personas que salen a correr «como madelmanes», equipados con un reloj inteligente, cascos inalámbricos y otros artefactos digitales. Para Soler, puede haber un futuro que, una vez el corredor llegue a casa y mientras se ducha, los datos que han recogido estos dispositivos se han volcado automáticamente a internet. La llegada de un repartidor con la comida adecuada según los parámetros de salud enviados sería la imagen que concluiría ese cuadro de una nueva logística, con entregas a domicilio 24 horas al día, siete días a la semana y 365 días al año. «Está cambiando completamente el paradigma de la distribución urbana», concluyó. M. D. S.