Daniel y su socia Mari llevan desde el 2002 detrás de la barra del bar Antigua Casa Cardiel, pero el negocio data de la primera mitad del siglo XX. Cuando lo cogieron decidieron hacerle un lavado de cara y combinar la tradición de las tapas que llevan décadas sirviéndose con la inclusión de algunas otras más sofisticadas que acercaran hasta esta taberna a nuevos clientes. «El bacalao rebozado y las torrijas las seguimos teniendo», cuenta el dueño, Daniel Trasobares. Este afirma que no se arrepiente de haber cogido en su momento el traspaso de este bar «de toda la vida», situado en la plaza Huesca.

Hasta hace poco, el local era poco más que un pasillo que se extendía a lo largo de la barra, pero han ampliado el lugar para que quepan más parroquianos. «Esto era una tasca y la gente nos conocía así. Todos los días hay gente que viene y nos cuenta que ya venía aquí con sus padres», explica.

Sus clientes son muy variados y se dividen entre los que acuden todos los días y «los que pasan por allí y se meten». Sobre la situación del comercio del barrio es claro: «una pena». «A nosotros nos afecta porque si las tiendas cierran vendrá menos gente a la zona y perderemos clientes. Ahora no nos quejamos, pero esto es como una rueda», comenta entre pinchos de tortilla, torreznos y cañas.