En 1796, un grupo de zaragozanos se unía en torno a la devoción del Señor Atado a la Columna, que les llevó a fundar una nueva cofradía el 11 de enero de 1804. Hoy, en plena celebración del bicentenario de esa hermandad, son 1.300 personas las que en la capital aragonesa rinden honores a ese mismo Cristín , como le llaman cariñosamente por su pequeño tamaño.

Sus fieles desfilan cada año en Semana Santa con un hábito rojiblanco, "que alude, probablemente, a la interpretación bíblica de esos colores, la sangre de la Pasión y la pureza", explica el hermano mayor de la Cofradía, Angel Nápoles. Cinco nudos "por los cinco misterios dolorosos", completan el atuendo.

Mucho antes, la hermandad se había creado para actos internos. A diferencia de otras, su origen no es gremial, aunque en algunas épocas se le identificó con los pasteleros e incluso con los corazonistas . También la importante presencia de artistas en la cofradía le dio un nuevo impulso en los años 50. En ella convergieron los hermanos Borobio, Baqué, Pablo Remacha y el gran escultor José Bueno, con el que el resto colaboraron para hacer un paso diferente y alejado de los imperantes aires barrocos de estas piezas. Su trabajo culminó en el Cristo Atado a la Columna, que junto al Cristín es hoy orgullo de la hermandad.

También lo es la salida, el Jueves Santo por la noche, de la cofradía, desde la iglesia de Santiago. "Ese momento es impresionante", explica Nápoles. "Abren las puertas y te encuentras a todo el mundo allí, esperando el primer paso".

Esta procesión es la que cuenta con mayor número de cofrades gracias al auge de la hermandad en los últimos años; en parte, por la temprana introducción del tambor en torno al año 66 y la incorporación, en la misma época, de la mujer como cofrade.

Este año, la cofradía se ha embarcado en un intenso trabajo de investigación para recuperar sus cimientos y llenar los vacíos que la propia historia dejó en el tiempo. "La Guerra de la Independencia hizo que se perdieran algunos documentos, pero aún así, tenemos un importante archivo que nos ha servido de base para las exposiciones". Estas muestras, junto a la imposición de un manto atado a la Virgen del Pilar, han sido parte del programa del bicentenario y todavía hoy se pueden visitar en museos como el de Montemuzo. "Esta cofradía es un orgullo, como el honor de oficiar el pregón, concedido a la persona de Armando Cester".