"Mi nombre es Silbis. Muchos de vosotros no habréis oído hablar de mí pero soy la diosa más antigua del Queiles y he sido testigo de toda su historia y sus leyendas. Cuenta una de ellas que éste nacedero es la puerta oculta de una la laguna subterránea escondida bajo el Moncayo y la cordillera ibérica que se extiende hasta tierras castellanas, pero eso... Quizá sólo sea leyenda". La ninfa virtual Silbis volvió a emerger ayer de las aguas y fue la mejor anfitriona de su hogar, el Museo del Agua-Mirador del Queiles, que ayer se inauguró en Malón.

La idea de crear una muestra relativa a este afluente del Ebro se planteó hace ya diez años por el entonces alcalde malonero Enrique Jarque y el ahora diputado provincial Luis María Beamonte. Ayer el presidente de la diputación provincial, Javier Lambán, lo presentó como "el primer espacio inaugurado en la comunidad incluido en el proyecto de la institución para la Expo 2008".

Apertura oficial

La inauguración, realizada en plenas fiestas, contó con un gran número de representantes de las instituciones que han colaborado en la iniciativa. Junto a ellos, el primer edil malonés, Alberto Mesa, que habló del proyecto "como una apuesta de futuro por el turismo, un atractivo para los visitantes y un espacio para el conocimiento de las gentes del Moncayo".

El edificio de nueva construcción, diseñado por el arquitecto Alejandro Rincón, se encuentra en la antigua ubicación del castillo. Desde su cubierta se puede observar una magnífica panorámica de la cuenca del río desde el Moncayo hasta Tudela, donde desemboca. Mientras, en su interior, se descubre a través de proyecciones la importancia del río en la comarca.

La producción ha sido liderada por Absolut Media y es íntegramente aragonesa. El Museo del Agua, como explicó ayer Beamonte, principal impulsor del proyecto, "se ha planteado para que sea un punto de referencia de los espacios expositivos", un espacio que se describe con dos palabras: minimalismo y vanguardia.

La visita al edificio dura media hora. Totalmente a oscuras, Silbis recibe a los visitantes y les guía desde un pozo en el centro de la sala. Una secuencia virtual reproduce ante los ojos de los visitantes la formación del Moncayo y del valle del Queiles hace 50 millones de años.

Después, se descubre el recorrido del agua en la ribera a través de una fotografía satélite que reproduce la cuenca. Bajo los pies, se ilumina un espacio que recoge muestras de la riqueza del subsuelo.

Alzando la mirada, Silbis describe la relevancia del agua en la flora y la fauna de la comarca. El museo permite, además, realizar un vuelo virtual sobre el recorrido del río a través de rodajes aéreos e imágenes satélite. Para concluir, Silbis acaba con un consejo: "Recordad siempre que la cultura del agua es la conciencia común de los habitantes de estas tierras desde tiempos remotos, y que cuidar la calidad del agua es cuidar a los seres vivos y las personas que dependen de ella".