Si ven a varias personas con trajes amarillos con cremalleras y costuras selladas, gafas de plástilo y transparentes, mascarillas y guantes azules de protección entre los restos del zaragozano Teatro Romano, no se asusten. No son científicos analizando el terreno ni actores rodando una película de esas en las que un grupo de supervivientes se enfrenta a un virus maligno. Son trabajadores del centro que, por prevención, tienen que llevar trajes contra agentes biológicos.

Desde que el pasado mes de diciembre una empleada se contagió de tiña mientras limpiaba una zona en el exterior, el teatro no ha vuelto a ser el mismo. La colonia felina que habita entre los restos ha adquirido un gran protagonismo y le ha generado más de un quebradero de cabeza al Gobierno de Zaragoza en Común (ZeC).

Pese a que siempre han negado que los gatos tuvieran tiña, desde el servicio de Prevención se dio la orden de que los empleados utilizaran trajes de seguridad. Hasta el jueves pasado llevaban unos blancos de usar y tirar, con un nivel de protección entre el seis y el siete. Los nuevos, de color amarillos son de nivel tres, siendo el uno el máximo.

Según informaron desde el área de Cultura, estos trajes se encargaron cuando Prevención ordenó que los empleados, por precaución, los utilizaran. Hasta entonces utilizaron unos que facilitó el servicio de Prevención, explicaron. Fue la semana pasada cuando llegaron.

Insisten en que no hay riesgo de contagio. Los gatos no tienen tiña, según concluyen los análisis que se realizaron a tres de los diez que forman la colonia, pero una de las muestras ambientales que realizaron tras conocerse el caso de la empleada afectada sí que dio positivo.

MUESTRAS

Según explicaron desde Cultura, los empleados siguen utilizando los trajes porque el servicio de Prevención y Salud Pública todavía no ha notificado de forma oficial al área que ya no hay necesidad de llevarlos. Y eso que los resultados se conocieron entre el 19 y el 23 de enero.

Ver a varias personas paseando entre las ruinas con estos trajes que parecen más propios de un operativo sobre el ébola ha llamado la atención de los vecinos. Sus conversaciones se centran en si una colonia de gatos ferales debe vivir entre restos históricos. «Hay que respetarlos, pero no creo que sea el lugar adecuado», comentaba José Luis Monterde, vecino de La Almozara y asiduo a la cafetería del Teatro Romano. «Es cierto que no molestan y la zona se ve limpia, pero no es lo más apropiado», añadía.

Silvia Mondus pasa todos los días por la calle del teatro y en más de una ocasión ha visto a los felinos fuera del recinto, sin causar problemas. No está ni a favor ni en contra de su presencia, «siempre que se mantenga limpio y no generen problemas», comenta.

PREGUNTAS

Los sindicatos se reunieron la semana pasada con el responsable de Servicios Públicos y Personal, Alberto Cubero, para tratar este asunto. Y se habló, pero no sucedió lo mismo en la reunión del comité de prevención del viernes, donde este punto se excluyó del orden del día. Según explicaron varios sindicatos, en el primer encuentro Cubero les informó de que tres de las cuatro muestras realizadas habían dado negativo y de que no había riesgo alguno. La que tenía un resultado positivo se «extravió» en el informe que facilitó el Gobierno municipal a los grupos de la oposición, hasta que, a los pocos días, Ciudadanos (Cs) lo denunció y apareció. La formación naranja solicitó que se cerrara temporalmente el centro.

Los representantes sindicales instaron al concejal a que se examine a los diez gatos, no solo a tres, algo que no hará. Prevención del ayuntamiento recomendó, entre otras, trasladar temporalmente la colonia a otro lugar para poder limpiar y esterilizar las ruinas, algo que no se hizo. Motivo por el que CGT denunció «irregularidades» ante Inspección de Trabajo el mes pasado.