La presencia romana en el sur de la provincia de Zaragoza ha dejado restos de incalculable valor artístico. Yacimientos, mausoleos, calzadas y colonias abandonadas permiten hacerse una ideal de los poderosa que fue la zona en tiempos de la romanización.

El recorrido por el bajo Ebro comienza en Lepida Celsa. Este yacimiento, que se encuentra en la ladera de un cabezo sobre la población de Velilla de Ebro fue la primera colonia romana del valle del Ebro, fundada en el año 44 a.C, vivió épocas de gran esplendor. Por motivos que todavía no están muy claros, fue abandonada por sus pobladores apenas un siglo después. Posiblemente fue por los cambios económicos y administrativos derivados de la creación de una nueva y pujante colonia en la zona, Caesaraugusta, que monopolizó los principales flujos comerciales. Gracias a esta particularidad los actuales vecinos de Velilla de Ebro disfrutan a poco más de 4 kilómetros de sus casas de uno de los yacimientos mejor conservados de la provincia de Zaragoza. Siguiendo el curso del río y la carretera sinuosa, se llega a Escatrón, cuya iglesia acoge el retablo de alabastro del monasterio de Rueda, siguiente parada en la ruta.

El cenobio fue edificado según el esquema de la arquitectura cisterciense, con dependencias alrededor de un claustro. Conserva un bello acueducto gótico y una perfecta noria junto al río Ebro, en un marco natural de gran belleza. Rueda sigue en su estructura arquitectónica las pautas básicas que caracterizan a todo monasterio cisterciense, con su iglesia conventual y un claustro abierto que actúa como distribuidor del resto de las dependencias conventuales: sala capitular, el refectorio, la cocina, el scriptorium o biblioteca-

En su configuración estética también guarda las normas que en su día había marcado San Bernardo: mandan la solidez, la austeridad y la simplicidad de líneas. En todo caso, como hacía años que el santo había fallecido, los arquitectos se dejaron llevar por alguna veleidad artística que convierte el cenobio en uno de los lugares más apreciados por el turismo cultural en Aragón. No se puede olvidar que en la actualidad acoge una hospedería, aunque tenga sus problemas administrativos. Retomando el recorrido por esta zona propuesto por la Diputación Provincial de Zaragoza se alcanza Chiprana, donde ver la bella techumbre mudéjar de su iglesia de San Juan, con detalles sanjuanistas que se pueden encontrar en otras zonas del bajo Ebro.

Compromiso

Sin casi tiempo para el descanso se llega la capital del bajo Ebro y ciudad del afamado Compromiso de Caspe, donde se eligió el heredero de la Corona de Aragón. Destacan la colegiata, el antiguo ayuntamiento, la fortaleza de la torre de Salamanca y su museo de Heráldica de la Corona de Aragón, la casa Barberán renacentista, el mausoleo romano de Miralpeix y la ermita románica de Santa María de la Horta. Discurre por este territorio el Camino Jacobeo del Ebro, que atraviesa Maella, Fabara, Nonaspe y Fayón.

La ruta finaliza en Mequinenza, ciudad con un pasado minero y una muy afamada oferta turística ligada a las actividades acuáticas y la pesca deportiva, en los embalses contiguos. El pueblo viejo es una atracción turística muy bien conservada, junto con el museo Minero. Además, los aficionados a la lectura tienen la excusa perfecta para releer la obra de Jesús Moncada. Las calles suponen un museo abierto a su memoria. Por ese motivo, la mejor forma de finalizar la ruta por esta parte de Aragón es abrir Camino de sirga y leer mientras cae la tarde: "La memoria poblaba inevitablemente los escombros, levantaba de nuevo las casas caídas, trazaba calles, reconstruía plazas, las llenaba de gente..."