La situación del sector hostelero en Zaragoza vuelve a ser «crítica», así lo manifestó ayer el presidente de la Asociación de Cafés y Bares de Zaragoza, José María Marteles. Como también es preocupante para todos aquellos negocios de ocio nocturno y discotecas que ya han tenido que echar la persiana después de que el Gobierno de Aragón decretase el retroceso a una fase 2 flexibilizada. «Somos el blanco fácil, hemos hecho los deberes y somos los primeros que nos cierran», criticó el propietario del grupo Canterbury y vicepresidente de la asociación de discotecas y bares nocturnos de Zaragoza, M. Á. Salinas.

El grupo Canterbury ha tenido que cerrar la discoteca Hide Club y las tabernas Canterbury permanecerán abiertas debido a la doble licencia que poseen, de cafetería y bar de música.

A pesar de que ayer se anunció que el 89% de los bares y restaurantes de Aragón ya han recuperado la actividad, las esperanzas del sector no son nada ilusionantes. De hecho, Marteles expresó ayer que con el retroceso de fase «hay establecimientos que han cerrado y otros que están pensando en hacerlo». «Con aforos del 75% en veladores y el 50% en el interior, para la mayoría de establecimientos no es rentable», añadió. En todo caso, el presidente de la asociación quiere esperar a ver cómo evoluciona la situación porque ahora que es todo tan cambiante «es complicado hacer pronósticos». Lo que dejó claro Marteles es que el futuro de la hostelería «ahora mismo no es nada halagüeño».

Ocio nocturno

Mucho más pesimista se mostró el propietario de Canterbury porque ve cómo su negocio, al igual que el resto de establecimientos nocturnos, tiene que cerrar. «De un día para otro el ocio nocturno cierra, fuimos los primeros en cerrar durante la cuarentena y somos los primeros en cerrar en esta fase 2 flexible», lamentó. Asimismo, se refirió al sentimiento de inculpabilidad de todos los establecimientos nocturnos porque ellos buscan «la mejor seguridad posible para nuestros clientes».

El vicepresidente de la asociación también tuvo palabras para referirse a los botellones como actos incívicos y que en gran medida han provocado este retroceso: «No entendemos como no hay una norma cívica que regule e impida realizar botellones», expresó. «Es malo para los jóvenes porque beben alcohol de mala calidad, para el medioambiente y, ahora durante la pandemia, que medidas de seguridad tienen, ninguna», apostilló.

El dueño de los conocidos establecimientos Canterbury, también como vicepresidente de la asociación, tampoco se olvidó del Gobierno de Aragón, a quien exige una reunión para que les hubieran explicado «todo» e intentar de esa manera «buscar soluciones», como sí lo hizo Jorge Azcón y el Ayuntamiento de Zaragoza, concluyó.