El movimiento Slow Food Huesca recibió este viernes el máximo galardón de la 23 edición de los premios medioambientales Félix de Azara, que otorga la Diputación Provincial de Huesca (DPH), por el trabajo desarrollado en pro de formas de vida saludables y acordes con un modelo de desarrollo sostenible de la sociedad. La presidenta del movimiento, Irene Gracia, recogió el galardón durante una gala celebrada en la sede de la institución altoaragonesa con solo 65 asistentes y bajo estrictas medidas de seguridad sanitaria.

Tras recoger el premio, Gracia destacó la apuesta de su organización por la provincia de Huesca. Según explicó, «este galardón nos ratifica en que el trabajo que hacemos merece la pena y nos anima y empuja a trabajar en ello, sobre todo con esta pandemia, que está contribuyendo también a reforzar el arraigo a la alimentación sana y con productos de nuestra tierra».

Por su parte, el presidente de la DPH, Miguel Gracia, ensalzó el trabajo realizado por Slow Food en el 2020, en el contexto de la pandemia, para promover la alimentación de kilómetro cero, a través de una cadena que integra a agricultores, ganaderos, distribuidores, la agroindustria y restauradores. Una cadena, añadió, que prima los productos de calidad y de proximidad para su distribución en la provincia altoaragonesa.

En su intervención, el presidente provincial, además de felicitar a todos los premiados y recordar el 275 aniversario del nacimiento del ilustrado Félix de Azara, destacó la importancia de la calidad alimentaria en el actual momento. «Hay cada vez mayor necesidad de saber de dónde vienen los alimentos, cómo se producen, en qué contexto, cómo llegan hasta nuestra mesa. Un fenómeno que ya se había iniciado antes de la pandemia y que el confinamiento ha acelerado. Por eso hoy queremos reconocer el trabajo de Slow Food», destacó.

Sse refirió a los esfuerzos de los integrantes del movimiento por enfrentarse en ocasiones a una regularización administrativa «a veces excesiva y muy burocrática, que desanima a quien se aventura en este tipo de proyectos».

Y reconoció las dificultades que tienen en su día a día eslabones fundamentales de esa cadena alimentaria «como la ganadería extensiva, cuando paralelamente, desde la lejanía, se generan también otras leyes y normativas de difícil convivencia con esos modelos productivos», en referencia velada al debate abierto en torno a la prohibición de la caza del lobo. Gracia incidió en que «cualquier avance, en todo aquello que afecte al territorio, a sus gentes, a su modelo de vida, a su cultura, debe ser consultado, compartido y consensuado con ellos, que en definitiva, son los verdaderos cuidadores de esos paisajes, de esos modelos de vida, fruto de su trabajo, tradición y esfuerzo».

Además de Slow Food Huesca, el primer premio y accésit en la categoría de escolares recayeron los colegios de La Fueva y de La Alegría de Monzón, respectivamente. Además, recogieron sus reconocimientos José Ferrer, enólogo de la empresa Viñas del Vero, por su gestión empresarial sostenible; y María del Mar García, como representante de la entidad sin ánimo de lucro Alborada, que ha obtenido el reconocimiento por su proyecto Segunda oportunidad.

En la categoría de medios de comunicación, el primer premio fue lo recogió Adrián Solana, periodista de Artieda, por su web Cima Norte; y el accésit recayó en el trabajo Movimientos ciudadanos para salvar el Pirineo de Huesca, de Josefina Maestre, de Radio 5.

Uno de los premios más visuales es en cada edición el de fotografía. El Premio Internacional ‘David Gómez Samitier’ de fotografía destacó una imagen de una hormiga que camina sobre unas gotas de agua que reflejan unas flores, de Carlos Martínez, y Francisco Javier Lozano y Joaquín Barrabés recibieron sendos accésit. Andreu Cera y Jorge Pey recibieron las becas de investigación y las editoriales Prames y Pirineum Digital obtuvieron las ayudas para la edición.