Pepe y su mujer, María del Carmen, tienen tres hijos que residen fuera de España, pero de la noche a la mañana se vieron con otro más de 12 años. «Me iba a ir a hacer deporte cuando mi mujer me paró y me dijo que nos íbamos al aeropuerto que había un niño que se había quedado sin familia y lo íbamos a acoger nosotros». A pesar de que fue de improviso y sin haberlo meditado, destacó que lo hicieron con mucho amor, que les salió del corazón y que lo volverían a hacer. «Si el movimiento saharaui se despolitizara, habría más familias que acogerían niños porque te vuelcas sobre ellos y no lo hacemos porque sea una norma política».

Pepe aseguró que estaba muy contento de haber hecho esto por primera vez y contó cómo Hamad, el pequeño que va a estar con ellos durante estos dos meses, llegó un poco «desconcertado» ante determinadas cosas que en España son de lo más cotidiano, como dormir con la ventana abierta o lavarse los dientes. Durante estos meses todos tienen que poner un poco de su parte, las familias de acogida tienen que entender la diferencia de las culturas en cuanto a rezar o a comidas y los niños tienen que acatar en cierta medida los nuevos horarios y la forma de vida aragonesa. Para encontrar un equilibrio, Pepe explicó que ellos habían hecho un horario para que él supiera la hora a la que se tiene que levantar, cuándo puede ver la televisión cuándo tiene que hacer sus deberes, sus horas de rezar y sobre todo, cuándo es hora de ir a la piscina.

Pepe aseguró que Hamad había aprendido muchas palabras en castellano y a pesar de que podía ser una exageración de padre orgulloso, terminó siendo totalmente cierto porque el pequeño, ni corto ni perezoso, enumeró las comunidades autónomas de España. S.pérez