Los sondeos realizados en los últimos meses en el céntrico solar donde estuvo la casa azul han determinado que es técnicamente viable levantar un nuevo edificio en el terreno con un coste en cimentaciones no muy superior al de otro punto de la ciudad. El inmueble fue demolido la primavera pasada tras abrirse una gran sima en el subsuelo que obligó, el 10 de noviembre del 2003, al desalojo apresurado de los inquilinos de las 52 viviendas.

El presidente de la asociación de afectados de la casa azul , Juan José Langa, explicó que en estos momentos se están realizando las últimas prospecciones por parte de un equipo especializado, cuyos resultados se conocerán próximamente. A falta de estos datos del subsuelo, el resto ha resultado ser positivo.

Langa precisó que se ha comprobado que hay una zona específica del solar en la que habría que realizar un apoyo reforzado de las cimentaciones, pero sin tratarse de algo "extraordinario" en comparación con el resto de la ciudad.

El subsuelo de Calatayud, con presencia de corrientes subterráneas de agua en determinadas zonas, hace que los cimientos de los nuevos edificios se construyan desde hace tiempo con técnicas reforzadas.

A falta de los últimos sondeos y de una estimación de costes más precisa, se cree que la cimentación del nuevo edificio que se levantara no conllevaría un coste "mucho más alto que el que han tenido otras construcciones de la ciudad".

Entre tanto, el equipo de técnicos contratado hace meses por los propietarios que se quedaron sin sus pisos y locales, sigue avanzando en la preparación de un anteproyecto de nueva edificación, que se espera exponer a los afectados en las próximas semanas.

A partir de ahí se considerará la toma de decisiones, respecto a la construcción de un nuevo edificio, sus características, la participación de los distintos propietarios y la posibilidad de que se modifique el Plan General de Ordenación Urbana en ese solar, para permitir una mayor edificabilidad.

El 10 de noviembre se cumplirá un año del desalojo apresurado de este edificio de 52 pisos, aparcamientos y una docena de locales comerciales. Sus vecinos dejaron sus viviendas en plena noche, tras escuchar ruidos en sus estructuras y ver cómo se abrían grietas en diversos muros. La pasada primavera se procedió a su derribo completo.