Como ya es tradición en estas fechas, la Asociación para el Estudio de la Semana Santa de Zaragoza presentó su última investigación. Este año trata sobre la música en la conmemoración de la Pasión, Muerte y Resurrección presente a lo largo de la historia en la capital aragonesa que ha escrito Carlos González.

A partir de documentos conservados en el Archivo de la Hermandad de La Sangre de Cristo, el Archivo Municipal, el Archivo Diocesano y el Archivo de Música de las Catedrales de Zaragoza, González relata los diversos acompañamientos marcados por el gusto de diferentes épocas: capillas de música, coplas de ministriles, pífanos y clarines acompañados por cajas roncas, bandas militares, hasta las masivas secciones de tambores, timbales y bombos tan características en la actualidad.

El Santo Entierro que organiza la Sangre de Cristo es un ejemplo perfecto para entender el desarrollo musical de los desfiles procesionales, desde el siglo XVII hasta la actualidad.

Una de las conclusiones del estudio realizado por el zaragozano Carlos González es que la liturgia promovió la creación de formas musicales particulares que exigían de los compositores el respeto a una tradición muy sólida y los invitaban a la introducción de elementos innovadores de gran expresividad.

El tambor ahora tan popular no llegó a Zaragoza hasta 1940 de mano de la Cofradía de las Siete

Palabras.