La Policía Nacional destinada en Huesca cuenta durante estos días no solo con la cooperación habitual de la Policía Local y refuerzos de seguridad, sino con unos agentes que velarán, camuflados de blanco y verde, para que a ningún vecino ni visitante le falte más dinero del que gaste cuando terminen las fiestas. Se trata de los agentes del subgrupo de Hurtos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón, que como en cada gran fiesta patronal de las ciudades aragonesas, están reforzando la vigilancia en los Sanlorenzos.

Según explicaron fuentes del cuerpo, su labor no tiene los fuertes picos de actividad veraniega propios de las zonas de costa, pero sí son requeridos para vigilar las fiestas de Huesca, Teruel u otras grandes ciudades. No solo las patronales, sino los grandes eventos que cada vez proliferan más, como las recreaciones históricas. Por ejemplo, ya llevan unos años acudiendo a las Bodas de Isabel de Segura y la Partida de Diego en Teruel. En estas, aclaran, no se disfrazan con ropajes medievales para disimular su presencia. Por lo menos, no de momento.

La necesidad de esta vigilancia no es solo de prevención, ya que han podido constatar que los grupos de carteristas y especialistas en hurtos de diverso tipo son buenos estudiosos del calendario festivo de todas las comunidades, y no las visitan precisamente para hacer turismo. El año pasado fue una prueba de ello, con el arresto de cuatro carteristas suramericanas especialistas en aprovechar eventos taurinos.

MACROINHIBIDORES /Los agentes de Hurtos no solo han podido comprobar en Huesca la predilección de las bandas itinerantes por las fiestas. También las del Pilar en Zaragoza son foco de atracción para ellos, y el año pasado encontraron un curioso ejemplo de tecnología en dos de los grupos que arrestaron, con el uso de inhibidores de frecuencia de altísima potencia para ayudarles a camuflar la señal de los teléfonos que sustraían. Los dos pequeños grupos desarticulados no empleaban un método excesivamente refinado para robar, aunque la técnica requiere habilidad, como todos estos tipos de robos. En este caso utilizaban un cúter o pequeña cuchilla para rasgar los bolsos, incluso los bolsillos, y recoger el contenido que cayera.

De esta forma lograron apoderarse de hasta 90 teléfonos móviles, 60 en uno de los casos y 30 en el otro, amén de dinero y otros objetos de las víctimas.

Pero lo que más llamó la atención de los agentes fue el hallazgo de un inhibidor de frecuencias de alta potencia, que utilizaban para borrar todo rastro de la señal de los móviles.

Según explican los investigadores, a los ladrones no les conviene que el móvil se apague o se descargue, ya que se complica volver a ponerlo en funcionamiento si tienen que piratear el código PUK de desbloqueo. Por ello, en este caso lo que utilizaban era un inhibidor de frecuencias de gran potencia, que creaba una burbuja de varios metros que impedía que el usuario pudiera localizar el teléfono con alguna aplicación de las que permiten encontrar el terminal extraviado a través de su GPS.

La herramienta hubiera podido dificultar igualmente la localización de los teléfonos por parte de la propia Policía, pero al sorprenderlos actuando mediante vigilancias pudieron localizar a los ladrones con el botín.

En Huesca no han detectado este uso de momento, pero la vigilancia está dando frutos, que aún no se pueden contabilizar.