Eduardo Hernaz buscaba la normalización de la discapacidad, si bien él mismo tenía algo extraordinario. Su excepcionalidad empieza desde muy pequeño, cuando es todavía un niño de trece años que mira por la ventana el patio de recreo donde juegan sus compañeros de clase. Está en el tercer piso del colegio de Maristas y los efectos de una poliomielitis se enfrentan a decenas de escaleras que le impiden compartir esos momentos con sus amigos. Tras esas ventanas y en una mente prodigiosa se forjó un sueño: suprimir las barreras arquitectónicas que impedían a las personas discapacitadas tener los mismos derechos que el resto.

"Era un soñador", señala Armando Carcas, presidente de la organización Disminuídos Físicos de Aragón (DFA) y amigo de Eduardo desde los siete años. Él fue partícipe de las ansias reivindicativas de aquel niño que haría todo lo posible para hacer de sus sueños una realidad que pudiera hacer mejor la vida de las personas con discapacidad. Y con solo 16 años, Eduardo buscó a alguien mayor de edad que le ayudara a llevarlo a cabo. Así nació DFA, una organización en la que este zaragozano centró gran parte de su potencial creativo. "Las grandes ideas y proyectos las lanzaba Eduardo, era el alma mater de la asociación", dice Armando.

Y viceversa, también la asociación formaba parte de su alma, hasta tal punto que muchas noches se despertaba con una idea y la grababa para no olvidarla. "No descansaba nunca, siempre tenía algo nuevo en la cabeza. Desde siempre tuvo la intuición de que iba a morir joven y quizás fue eso lo que le hizo vivir de una manera tan constructiva", cuenta Ana López, su viuda, que comparte con el que fue su marido la misma apasionada forma de vivir la vida.

Una cualidad que le llevó con su poliomielitis, sus muletas, una mochila y 5.000 pesetas a dedo hasta Holanda, con el propósito de conocer nuevos modelos de adaptabilidad. "Su gran lucha era que los cojos, como decía él, no se quedaran en casa", recuerda con cariño Leonor, su madre.

En su cabeza, la normalización de la discapacidad era un hecho, una percepción que también ha heredado su hija Zara, que también rezuma el carácter emprendedor de su padre. Un pequeño detalle resume una de las muchas herencias que le ha dejado Eduardo. "El mensaje que tenía al encender el móvil era: ¡Adelante, hacia arriba!", explica con los ojos húmedos. La sensibilidad también va en los genes.

El nombre de Eduardo sustituirá al Padre Polanco, obispo de Teruel que declaró legítimo el alzamiento de 1936. Este apoyaba a los rebeldes y Eduardo era un "rebelde con causa", dice su viuda. Inconformismo que le hizo convertir su sueño en una mejor realidad.

Calle Eduardo Hernaz

Nacido en Zaragoza en 1958, Eduardo fue el ´alma mater´ de la entidad Disminuidos Físicos de Aragón, que creó con solo 16 años. Desde su infancia fue un férreo luchador de los derechos de las personas discapacitadas. Falleció en el 2004 con solo 46 años.

Sustituye a: calle Padre PolancoEl vallisoletano Anselmo Polanco ingresó de joven en la orden de los Agustinos. Fue preconizado obispo de Teruel en 1935, y dos años más tarde firmó una pastoral en la que declaraba legítimo el alzamiento militar. Razón por la que fue asesinado en 1939. El Papa Juan Pablo II le beatificó en 1995.