Una semana después de que el Vaticano celebrara una cumbre sobre la pederastia, el periodista de Radio Zaragoza contó ayer por primera vez en antena los abusos sexuales a los que fue sometido por el marianista y director de la escuela deportiva del Atleti, Manuel Briñas. Hace poco llamó a su abusador para que lo admitiera. «Sí, te hice daño», le reconoció.

Los abusos a Mena fueron en los años 1973 y 1974, de forma esporádica. «Cuando yo tenía 13 y 14 años en los campamentos de los scouts y alguna vez también en el botiquín de los vestuarios del colegio Amorós, de Carabanchel Alto», señaló el periodista y escritor.

Miguel Mena explicó que esta denuncia pública la realiza ahora porque en los últimos años, su abusador ha salido mucho en los medios de comunicación como emblema de la cantera del Atlético de Madrid. «Verlo tantas veces en los medios como una persona ejemplar me resultaba muy humillante. La oleada de denuncias que están surgiendo en todo el mundo, incluso la petición del Papa al respecto, le convencieron de que había que dar el paso», lamentó. «Los abusos terminaron una noche cuando lo intentó en una excursión a Buendía y yo me armé de valor y le di un manotazo. Entonces se retiró y nunca lo volvió a intentar. Yo seguí yendo a los campamentos porque allí estaban todos mis amigos y era mi vida normal entonces», explicó Mena.

El locutor radiofónico quiso dar su nombre y apellido «porque algunos de los abusados, que han contactado conmigo, me lo han pedido». «Esta semana me escribió uno de ellos que sufrió abusos cuando tenía 7 años, en el campamento, me decía que nunca había sido capaz de decírselo a nadie y me rogaba que le diera la máxima difusión», resaltó.

Mena quiso dejar algo claro y es que no todos los profesores eran iguales, y que también tienes buenos recuerdos: «Yo tengo buenos recuerdos de mis profesores en el colegio Amorós. Tuve profesores de los que guardo un gratísimo recuerdo, que ni siquiera empaña el tema de los abusos. Ellos no tienen la culpa. Estaba muy implicado en los scouts porque mi hermano me había precedido y también estaba muy implicado en el colegio porque mi padre, carpintero, trabajaba por las tardes en la carpintería que entonces tenían los marianistas». Los abusos por parte de este religioso los destapó El País. Daba entradas de fútbol a cambio del silencio de sus víctimas.