España entera -y casi toda Europa- vive momentos extraordinarios en su historia. La crisis del coronavirus ha provocado que muchos países de la Unión decreten el estado de alarma (o el análogo en cada uno de los estados) y ello ha traído una bonita, aunque no inesperada, consecuencia. Miles de personas, también en Aragón, se están ofreciendo para ayudar en la medida de lo posible al resto de la comunidad para sobrellevar estos días complicados. Hasta tal punto que el Ejecutivo autonómico ha habilitado una web para canalizar todas las iniciativas voluntarias que quieren aportar su granito de arena ante la crisis.

El portal se llama www.frenalacurva.net y, en tan solo tres días, se han dado de alta más de 300 proposiciones ciudadanas que tienen como fin proteger a la población más vulnerable frente al virus, así como aprovisionar de material necesario y protector al sistema sanitario. A través de las redes sociales se han compartido un montón de campañas para hacer un llamamiento a la población para donar mascarillas o, en su defecto, confeccionar nuevas con telas y tejidos caseros.

En ese sentido, la tienda San Cayetano 3, especializada en productos de Semana Santa, está deshaciendo los hábitos que no se van a utilizar este año para confeccionar mascarillas. El Gobierno de Aragón ya ha habilitado dos puntos de recogida para estas donaciones. La sede del Salud en Vía Univérsitas servirá para depositar el material sanitario, mientras que la sede del Instituto Aragonés de Servicios Sociales, en los antiguos juzgados de la plaza del Pilar, recogerá el no sanitario, incluidas las mascarillas “caseras”. Estas, al no ser impermeables, no sirven para los médicos y enfermeros, pero sí para otras personas que no tienen tanto riesgo de contagio, como taxistas o dependientes de tiendas de alimentación.

Araceli, vecina de Zaragoza, es uno de esos ejemplos que cunden esta semana y la culpable de que el Gobierno de Aragón haya habilitado este punto de recogida. Ella, conversando con una amiga suya, que es médico en el hospital Miguel Servet, se ofreció para colaborar, y decidió pedir ayuda en su comunidad de vecinos para confeccionar mascarillas. “Al poco rato una vecina se ofreció, pero éramos solo cuatro manos, así que decidí ponerme en contacto con el párroco de San Pío”, explica. Ese fue el punto de inflexión. Ahora está desbordada y a su teléfono no paran de llegar mensajes y llamadas pidiendo colaborar.

A Araceli, además, le unen lazos afectivos con China, por lo que se siente muy orgullosa y “emocionada” al comprobar la respuesta de la gente después de que, en un inicio, algunos mostraran actitudes racistas hacia los ciudadanos del gigante asiático por ser el origen de la pandemia. Pero la oleada de solidaridad no solo ha llegado a Zaragoza capital. En Calamocha, la oficina local de la Asociación Española Contra el Cáncer, AECC, también se han movilizado para tejer mascarillas “sin salir de casa”.

En este pueblo turolense ya hay 40 mujeres confeccionando material de protección. En poco más de un día han entregado ya unas 100. La Policía Local será ahora la encargada de repartirlas para asegurarse de que llegan a los puntos donde son más necesarias. Por su parte, el colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Aragón se ha organizado una recogida de mascarillas para donarla al sistema de salud. Desde el colegio se “pide a aquellos dentistas que dispongan de algunas mascarillas, que no les sean imprescindibles, que las acerquen a la sede del colegio (c/ El Aaiún s/n) entre hoy lunes y mañana martes, en horario de 10.00 a 20.00”. El gesto acompaña al que ya han realizado varias organizaciones de chinos en la comunidad, que también han entregado cientos de estos protectores a las autoridades autonómicas.

Pero coser no es la única manera de ayudar. En muchas comunidades de vecinos se han puesto de acuerdo para que una sola persona sea la encargada de bajar a comprar para todos y evitar aglomeraciones en los supermercados. En Utrillas, Teruel, ha sido la juventud la que se ha organizado para echar una mano a los más mayores del pueblo, los más vulnerables ante el virus. “Les vamos a hacer la compra o vamos a la farmacia por ellos para evitar que salgan de casa”, explica Esther Polo. En total, son 28 los voluntarios, y se han asegurado que ninguno haya estado recientemente en ciudades con focos de infección o que no muestran síntomas.

El ayuntamiento de la localidad es ahora quien coordina la iniciativa, para “organizarlo bien y evitar riesgos”, dice el alcalde Joaquín Moreno. Esta misma situación se replica en Cella, también en Teruel. Allí, los jóvenes facilitan a los vecinos de la tercera edad alimentos y medicinas sin que tengan que salir de casa. “De momentos solo hemos hecho un servicio, porque la gente ha acumulado comida durante estos días previos, pero suponemos que en los próximos días nos pedirán más cosas”, dice Paula Hernández, una de las jóvenes que colaboran con el proyecto.

De nuevo en la capital aragonesa ha surgido otra curiosa idea. Los alumnos de los últimos cursos de Medicina de la Universidad de Zaragoza se han organizado y se han puesto a disposición del Gobierno de Aragón para ayudar en la medida que les sea posible. El Ejecutivo todavía no sabe muy bien cómo se materializará esa asistencia, pero el fin de semana ya había más de 400 personas apuntadas en esta red solidaria.