Como sucede en la mayoría de las ciudades, Zaragoza varía mucho su consumo de agua durante el día. El pico se produce en las horas previas a la hora de la comida y el periodo de menos consumo, como es lógico, tiene lugar a lo largo de la noche. La ciudad dispone de grandes depósitos en la cabecera que permiten regular esa variación horaria. "Se intenta que la potabilizadora funcione de forma estable a lo largo del día. De este modo, los tanques se tienen casi llenos siempre para que la ciudad tenga una reserva superior a las 24 horas por si sucediese algún imprevisto", asegura el jefe de conservación, José Ramón Entralgo.