Por algún motivo que ignoro, diversas personas me van preguntando estos días por la televisión autonómica. "Oye... ¿cómo va lo de la tele?", me dicen. Y yo les respondo: "Ni idea, chicos. El señor Biel sabrá". Salgo así por la tangente, pues en verdad no sé nada concreto sobre ese proyecto audiovisual que supuestamente está ya a punto de caramelo, e incluso dudo que alguien sea capaz a fecha de hoy de explicar con cierta precisión en qué consiste exactamente el genial invento.

El modelo de televisión aragonesa (tal y como nos lo han explicado) es una cosa confusa, difusa y patidifusa, PSOE y PAR no acaban de ponerse de acuerdo sobre su desarrollo, el llamado Consejo de Administración del nuevo ente radiotelevisivo pinta menos que Pichorras en Pastriz y los candidatos a ser jefes del tema se están quemando en la espera sin que nadie ponga fin a su zozobra (aunque el cargo no ha de ser ningún regalito). Al mismo tiempo los medios de comunicación aragoneses y el llamado sector audiovisual andan de los nervios por aquello de no saber qué parte les tocará a la hora de repartir producciones, encargos y gabelitas, otrosí ocurre con los publicitarios... y a los periodistas también nos va la procesión por dentro, pues quién más quién menos espera que le caiga alguna breva. En cuanto al ciudadano común, está tan saturado de oferta televisiva que pasa de casi todo. Este movidón llega con quince años de retraso, por lo menos.

En los presupuestos aragoneses para el 2005 van seis millones de euros destinados a la tele. Pero eso sólo ha de servir para abrir boca. Para dejar las cosas en su sitio, don José Angel Biel ha reiterado que la sociedad gestora del ente va a ser pública al cien por cien. Eso no lo dudamos ninguno de los que estamos en el ajo. La gracia de esta batalla mediática ha de consistir en que se dispare con pólvora del contribuyente. Si no... ¡de qué! Crucemos pues los dedos y a ver si por lo menos hay buena puntería.