MUSICA, MANIFESTACIONES Y DERECHOS. No sabemos qué criterios está siguiendo el Ayuntamiento de Zaragoza en su decisión, demasiado escueta, de cerrar algunos locales de ocio nocturno, que tal vez no son los más adecuados. Quizá hubiera debido empezar por los locales que más denuncias acumulan. En cualquier caso, el consistorio está aplicando unas normas. Y lo que no se debe producir es una movida como la de otro día, que fue la ceremonia de la confusión. Se mezcló, y no inocentemente, el día de la música, la reivindicación de la música en vivo, la defensa de unos empresarios y la reflexión, falsa, de que la música no es ruido. Todo contenía una perversión de fondo porque el asunto no es bares sí o no, música sí o no. Los vecinos de las zonas saturadas no odian la música ni los bares, simplemente quieren dormir seis o siete horas seguidas. Por tanto, lo importante es distinguir las cosas y no querer "colarle" al público una reivindicación generalista y desenfocada que encubre un desprecio por la gente a la que se está arrebatando derechos básicos. Periodistas, gestores culturales y protectores de lo artístico deberían tener un concepto de cultura más amplio, porque no les hemos visto nunca reivindicando a nuestro lado el derecho a la intimidad en casa o a leer de madrugada. En estos momentos, el consistorio quiere formar, ¡otra vez!, un grupo de trabajo para abordar este tema. Los vecinos estaremos por dos razones: no permitir que se adopten medidas transitorias que mantengan o agraven el estado actual de la cuestión y exigir que las zonas saturadas desaparezcan de las zonas residenciales. Queremos oír decir al señor Juan Alberto Belloch y al señor Antonio Gaspar: "Zonas saturadas, fuera de la ciudad". La perversión que exhiben estos manifestantes que tan flamantemente nos ignoran, contribuye a confundir el problema y ahonda en las principales víctimas, que somos nosotros. Cuando desmantelen las zonas saturadas, La campana de los perdidos y locales que contribuyan en la música en vivo dejarán de ser parte del problema. Ahora es malintencionado. PEDRO MERCHANTE. ZARAGOZA