SOBRE LA MENDICIDAD Estos días su diario ha hablado mucho de la mendiga rumana y del primer bebé del año. Y me gustaría, a propósito de la puesta en el candelero del tema, exponer mis opiniones sobre la mendicidad aquí en Zaragoza. Siempre he procurado ayudar a los que tienen menos, y nunca negaba una limosna. Pero más de una vez me he percatado de que muchos de los que piden fingen lesiones que no tienen, o de que podrían estar trabajando, y están sin embargo aprovechándose de la buena voluntad de los demás. Por eso, desde entonces, he decidido no dar a nadie dinero, solamente a los niños y a los ancianos, y ofrecer eso sí, comida, a cualquiera que lo pida. Pero ya basta de abusos, y basta de aprovecharse de la lástima que da un bebé en los brazos de una madre que pide. Por eso también pido que ayuden a Lamiita y a su hijo, que no les separen pero que hagan lo posible por ellos para que no tengan que volver a la mendicidad y, sobre todo, que se intente desmantelar a las mafias que rodean a estas pobres mujeres. B.E. ZARAGOZA

RESPETO A LOS CICLISTAS Siempre que puedo voy a todas partes en bicicleta, pero el otro día me llevé un buen susto que me ha hecho plantearme su uso. Iba por el paseo María Agustín, y un conductor impaciente casi me deja en la cuneta, y además, después de casi darme un buen golpe, ni siquiera paró ni nada. ¿Es que tienen educación los que van a toda prisa y sin pensar en los demás? Hace poco estuve en Dublín y pude comprobar que, teniendo más o menos el mismo tamaño que Zaragoza, en cuanto a coches, etc., allí se respeta mucho más a los ciclistas. De hecho, incluso hay muchos más metros de carril bici que los tristes tres o cuatro que tenemos por aquí. Me gustaría que las autoridades fomentaran mucho más el uso de un medio no contaminante como es la bicicleta, y también que instruyeran un poco más a los conductores a motor del respeto en las calles. Porque la calzada es de todos, no sólo de los autobuses, taxistas y todoterrenos que, por cierto, no sé qué pintan en la ciudad, porque son enormes y contaminantes. E. A. ZARAGOZA