La amenaza de un trasvase del Ebro sigue vigente. La cesión no sería un macroproyecto de norte a sur del arco mediterráneo, sino una transferencia de caudales a Castellón y la parte alta de Valencia. Aprovecharía una gran infraestructura ya existente (el canal Xerta-Calig) y permitiría liberar caudales del Júcar para que éste, a su vez, los cediera al Vinalopó.

Son las manifestaciones expresadas ayer en Tortosa por varios especialistas de la Fundación Nueva Cultura del Agua, de la Plataforma en Defensa del Ebro de Tarragona y de la Plataforma Júcar Vivo de Valencia. Una representante de esta última, Graciela Ferrer, explicó a este diario su convencimiento de que si bien se ha derogado el macrotrasvase del Ebro que impulsó el PP en el anterior Gobierno central, la amenaza de una cesión de aguas a la Comunidad Valenciana no ha desaparecido.

Los especialistas sostienen que el proyecto --ahora en estudio-- para poner en regadío 18.000 hectáreas de secano del sur de Cataluña, en Tarragona se basa en el uso de una infraestructura, el canal Xerta-Calig, cuya dimensión permite acoger mucha más agua de la necesaria para la agricultura.

EL ARGUMENTO Con dicha infraestructura (que podría acoger hasta 600 hectómetros cúbicos al año) se dejaría abierta la posibilidad de hacer llegar agua del Ebro hasta Castellón e incluso el norte de Valencia (Sagunto). Así, se liberarían los caudales del Júcar que en esas zonas se utilizan para el abastecimiento a la población, y el agua de este último río podría trasvasarse, a su vez, al Vinalopó.

De hecho, hay en construcción en la actualidad una obra de cesión Júcar-Vinalopó que prevé tuberías a las que les cabrían hasta 300 hectómetros cúbicos de agua al año, para un río que apenas arroja una cantidad de 80.

"Antes querían montar una autopista del agua, y ahora quieren hacer el trasvase por carreteras comarcales", apuntó gráficamente Ferrer. En la Comunidad Valenciana se han escuchado voces de cargos socialistas que han insinuado que si las medidas alternativas al trasvase diseñadas por el Gobierno central del PSOE (desalación, modernización y reutilización) no son suficientes, cabría un trasvase del Ebro a Castellón como último recurso.

En Tortosa se celebró ayer la segunda jornada del Cuarto Congreso Ibérico sobre Gestión y Planificación de Aguas, organizado por la Fundación Nueva Cultura del Agua. Los expertos participantes en la sesión pusieron de manifiesto, entre otras muchas cosas, que la Directiva Marco de Aguas de la Unión Europea establece que se debe fijar una planificación hidrológica por cuencas según los principios de la gestión integrada del agua, su estado ecológico y la racionalidad económica de las actuaciones.

La normativa europea, recordaron los especialistas, obliga igualmente a la demarcación de cuencas, la identificación y clasificación de masas de agua y la determinación de programas de control y medidas.