El fútbol americano llegó a Zaragoza, como siempre pasa con estas cosas, de la mano de la Base Aérea. Aquellos militares se juntaron para practicar este icónico deporte y así les fue picando el gusanillo a algunos zaragozanos. Tiempo después, y tras avatares diversos, el principal club de la ciudad es el Hurricanes. «Tenemos un gran sentimiento de unidad porque somos pocos», asegura uno de sus jugadores, Adrián Genzor. También ejerce sus funciones en la junta directiva y de portavoz.

En este momento el club lo conforman 60 jugadores. En la categoría superior compiten en la liga de primera. Y no les va mal. «Este deporte o lo odias o te enamora», afirma.

El entrenamiento del pasado martes fue bajo la lluvia. Los focos hacían brillar los cascos mientras las chicas de los Hornets chocaban entre ellas protegidas por las aparatosas hombreras. «Esta es mi terapia semanal contra el agobio», bromeaba Tamara Galindo. «Somos bastantes mujeres las que estamos metidas en esto, no todas las chicas relacionadas con el fútbol americano son animadoras», puntualiza.

Las finales de la Super Bowl son, junto a la celebración de Acción de Gracias, otra de esas paradas obligatorias en la imagen que sobre EEUU se tiene en Europa. «Lo de las películas será verdad, pero aquí en Zaragoza los jugadores no ligamos tanto, eso te lo aseguro», indica Genzor a la hora de repasar los tópicos asociados a su deporte.

Uno de los problemas para generar afición al fútbol americano es el elevado coste de los materiales. A la familia le puede tirar para atrás que sus chavales de catorce años les digan que se tienen que gastar unos 200 euros en el casco y la coraza, así de inicio. «Parece caro, pero habría que compararlo con el esquí, que también necesita mucho material», asume.

Nueva temporada

La nueva temporada para los Hurricanes comenzará el mes de enero. Los preparativos durante estos días son intensos. «El ambiente en el campo ha ido creciendo mucho», explica. Además, señala que los más jóvenes del club adoptan cada vez estéticas más norteamericanas. «En breve podremos dejar de sentir envidia al ver sus partidos», augura.