Federico Carrillo Zurcher (San José, Costa Rica, 1964) es el salvador de Imaginarium, junto con otros tres socios internacionales que se han embarcado en la difícil misión de reflotar una compañía con una pesada mochila tras un crecimiento desordenado. La empresa juguetera es el último reto de este abogado costarricense, que ha ocupado importantes cargos políticos y económicos en su país, como el de ministro de Hacienda.

-¿Cómo está ahora la salud de Imaginarium?

-Considerablemente mejor que hace un año. Logramos cerrar la reestructuración financiera con los bancos. La carga es hoy de cuatro millones y antes de 40. La estructura de la deuda es mínima. La parte de los proveedores también la hemos reconducido. Cuando tomamos la empresa, nos habían parado el suministro de productos. No teníamos credibilidad. Fuimos a Hong Kong y nos pusimos de acuerdo con ellos para que siguieran produciendo nuestros juguetes. Después de un año de gestiones, iniciamos un 2019 en el que los proveedores han recuperado la confianza.

-La empresa estaba en riesgo de disolución cuando tomó el control, ¿el peligro sigue?

-Afortunadamente no. Había dos frentes abiertos que generaban ese riesgo: los bancos y los proveedores. Ambos se han resuelto. Ahora estamos enfocados en nuestra misión: entender, sorprender y enamorar a las familias que están comprometidas con el desarrollo del talento y la felicidad real de sus hijos. Y con más razón ahora que el entretenimiento electrónico empieza a mostrar los efectos negativos que tiene en los niños.

-¿La reestructuración de la empresa ha finalizado?

-Es un proceso que continúa. Ahora estamos negociando nuevos términos de pago con los proveedores... pero lo que sí acabó es la reestructuración de personal. Somos los que estamos y los que tenemos que generar atributos de valor en la empresa. En las oficinas de Plaza había 120 personas y hemos iniciado febrero con 62. Es la base que soportará el crecimiento que buscamos, que es la fase que acabamos de abrir. Pero no creemos en crecer por crecer. Ese fue el problema de Imaginarium en el pasado.

-¿A qué atribuye su desplome?

-Creció desordenadamente sin tener en cuenta la parte rentable. Mientras los bancos le prestaban dinero.... Ahora no. Queremos crecer con un valor diferenciado y único en la industria: el desarrollo del niño. Ahí está la diferencia de Imaginarium. Si logramos el éxito en esa misión, la empresa crecerá y financieramente estará muy bien.

-¿La empresa estaba como decían los anteriores gestores o se ha llevado alguna sorpresa?

-Hemos tenido múltiples sorpresas y no han dejado de llegar durante el último año. Sin embargo, por mi experiencia previa de estos procesos -trabajó siete años en Lehman Brothers-, son sorpresas esperadas. Cuando tomas el control de una empresa en riesgo de disolución sabes que habrá temas y factores no considerados en el momento de la compra que pueden surgir. Uno viene a gestionar el caos y las sorpresas son parte de ese caos. Espero, eso sí, que ya hayan pasado todas.

-¿Quién son los nuevos dueños de la compañía?

-Somos cuatro inversores líderes. Xavier López Ancona, buen amigo de toda la vida y dueño de Kidzania, que tiene 25 ciudades (parques infantiles) en todo el mundo con una misión de aprendizaje mediante entretenimiento, muy en línea con Imaginarium. Otro socio es Gevork Sarkisyan, que es ruso y es el dueño de Innova, que desarrolla videojuegos on line y contenidos, una propuesta interesante para una futura etapa en la que consideremos la inteligencia artificial en nuestros juguetes. Y el cuarto en incorporarse -en julio del 2018- es Steven Levin, dueño de un fondo que tiene inversiones en centros comerciales de Estados Unidos, donde está liderando su transformación para lugares de encuentro para la familia. Steven entró en Imaginarium con la misión de llevarnos a Estados Unidos, que es una de las líneas de futuro.

-¿Y quién es Federico Carrillo?

Ante todo soy padre de cuatro hijos a los que he educado en la filosofía de Imaginarium. Es mi motivación para estar aquí. Si existen padres comprometidos con el talento y la felicidad de sus hijos, los hijos salen bien.

-¿Y cómo llegó a Imaginarium?

-Javier (López Ancona) me llamó. Conoció al anterior dueño (Félix Tena) y me conservó del tema en junio del 2017. Llegué aquí (a Zaragoza), nos reunimos con los bancos y la empresa... y la operación salió. Era una empresa con problemas, como hay miles en el mundo, pero lo que me motivó es que su misión tenía riesgo de dejar de existir. Aquí están todos los ahorros de mi vida. La idea inicial era invertir 8,5 millones y llevamos ya 15,3. El mundo no se puede quedar sin un Imaginarium. Aunque ha perdido mucho de lo que era, tenemos la semilla para volver a ser lo que fuimos.

-¿La red comercial va a seguir recortándose?

-No es nuestra intención. Creemos que ha llegado el momento de volver a coger fuerza. Tuvimos que cerrar porque no teníamos capacidad de proveer producto, pero ese problema ya se ha estabilizado. Mantuvimos el mayor número de tiendas posible con el dinero que disponíamos. Este año, los socios tuvimos que poner 6,8 millones de euros adicionales para fondear las pérdidas del 2018. Ahora sí, con capacidad de alimentar adecuadamente las tiendas, podemos proveer experiencias, sorprender a los padres y así volver a crecer.

-¿Cuántas se abrirán y dónde?

-Ahora tenemos 130 tiendas. Estamos analizando los mercados en los que ya estábamos y la rentabilidad de las tiendas. Apostamos por los lugares que se ha demostrado que son un buen mercado. En el 2010, teníamos 240 tiendas en España y Portugal, hoy menos de la mitad. La aceleración de este proceso dependerá del capital. Hemos usado mucho capital. Se salió no por problemas de mercado, la demanda estaba ahí, sino por problemas de la empresa, porque no tenía producto, se desordenó, endeudó y empezó a perder dinero por todos los lados. Nuestro plan de negocio contempla abrir diez este año, pero es un cálculo conservador. En el mejor escenario podríamos llegar a 30 aperturas.

-¿Cómo fue el pasado año?

-Al ser una empresa cotizada, no puedo adelantar cifras. Fue un año terriblemente duro, el más duro de mi vida. Así lo siento, con muchos frentes y sorpresas desagradables. Fue de transición y siguió habiendo pérdidas. El plan siempre ha sido volver a los números negros en el 2019 y estamos en línea de lograrlo.

-La cotización en bolsa (MAB) de la compañía está por los suelos, ¿merece la pena?

-Hoy en día no. La liquidez de la acción es nula y genera gastos. Creo en el mercado, pero no es el momento. Estamos estudiando la salida.

-En el sector del juguete triunfa hoy el ‘low cost’ y la venta por internet, ¿hay hueco para el modelo de Imaginarium?

-Si uno quiere intermediar en juguetes, no hay mercado. Pero Imaginarium no es un retailer (distribuidor). Imaginarium es Imaginarium, una empresa que provee una experiencia integral de apoyo y soporte a aquellos padres que están comprometidos con el desarrollo del talento y la felicidad real de sus hijos mediante el juego. En esto no están implicados Toys ‘R’ Us, Juguettos o Eureka. Somos algo completamente diferente. Imaginarium comprometió su misión cuando se enredó tanto y empezó a jugar bajo los términos utilitarios de precio en un mercado que no es atractivo para ello. Si solo fuera una empresa de juguetes, ningún de los inversionistas la habríamos comprado. En el sector del juguete, todos están compitiendo en una carrera hacia el fondo en la que no vamos a estar.