"Sabía que tenía todas las papeletas para esta segunda cesárea". Son las palabras de Mercedes Espina, una navarra de 38 años vecina de Zaragoza que el pasado lunes fue intervenida quirúrgicamente en el hospital Miguel Servet para dar a luz a su segundo hijo, Gonzalo. Su situación pone nombre y rostro a una realidad creciente, la de las intervenciones quirúgicas como forma de finalizar el embarazo.

"Tuve mi primer hijo en febrero del 2003 y fue necesaria una cesárea porque el niño era muy grande, por la posición en la que estaba y por mi pelvis", explica Mercedes, que añade: "Con una cesárea anterior ahora incrementaba las posibilidades de necesitar otra cesárea y así ha sido". A estos factores se suma su edad, 38 años, común a bastantes embarazadas, pero que supone un elemento más a tener en cuenta en la decisión médica de cómo finalizar la gestación.

"Para algunas mujeres lo más problemático de la cesárea es no poder tener un parto natural. Yo tenía claro que prefería la cesárea, para disminuir los riesgos del bebé", comenta Mercedes, quien permaneció en el hospital Servet durante toda la semana pasada para recuperarse de la intervención. "Sin duda, el excelente trato y asistencia recibido ayuda a atravesar la experiencia", concluye.