«En la etapa actual, el equipo dirigido por Javier Marión realiza una gestión que, en mi opinión, hace imposible el desempeño adecuado de mis funciones como jefe de servicio de Farmacia». El extracto forma parte del escrito con el que Francisco Javier Armesto ha presentado a la consejera de Sanidad su dimisión como jefe de Farmacia del Salud tras 16 años en el cargo. Su adiós supone el último capítulo de una larga historia de ceses, dimisiones, relevos y movimientos constantes en un Departamento de Sanidad que acumula meses en permanente estado de ebullición.

Los conflictos internos -habituales en este departamento no solo durante la presente legislatura- son evidentes. De hecho, fueron uno de los motivos que llevaron al anterior consejero, Sebastián Celaya, a abandonar el cargo. La versión oficial apeló a su jubilación, pero la realidad es que tanto Celaya como su director general de Asistencia Sanitaria, Manuel García Encabo, mantenían posturas demasiado lejanas a las de Pilar Ventura -secretaria general técnica entonces y actual consejera- y Javier Marión, gerente del Salud. Mientras estos se mostraban más partidarios de la contención del gasto y de cumplir con los dictados de Hacienda, Celaya y Encabo -que se marchó con él- apelaban a mantener los compromisos adquiridos en disciplinas como salud mental o Atención Primaria. No había sintonía.

En pleno proceso de búsqueda de calma, los movimientos no cesan en un Departamento de Sanidad con la puerta de salida permanente abierta. En unos casos, por motivos de salud, pero, en otros, por desavenencias y tensiones internas parapetadas en «motivos personales».

En pocos meses han salido de escena, por diversas razones, el propio consejero, el director general de Asistencia Sanitaria, la secretaria general técnica que relevó a Ventura, María Pilar Rico, la directora del Banco de Sangre, María Josefa Martínez, o el director de Farmacia, y se han producido otros relevos en la jefatura de Gabinete (Saray Noguer) que ahora ocupa José Miguel Salas, anterior inquilino de una asesoría ahora designada a Miguel Ángel Trasobares.

SIGUE EL BAILE

También renunciaron los jefes de servicio de Medicina Interna de los hospitales zaragozanos Miguel Servet, José Velilla, y Clínico, Juan Ignacio Pérez Calvo, que también habrían presentado, hace casi un año, su dimisión por supuestas desavenencias con la política sanitaria del departamento, todavía con Celaya al frente, y tras muchos años en sus respectivos cargos.

Según algunas fuentes, la falta de camas en los servicios de ambos hospitales y la responsabilidad que desde la Administración se depositaba sobre la gestión de los jefes de servicio podría haber sido una de las causas de la salida de Pérez Calvo y Velilla, que, por otra parte, discreparían de algunas medidas que el departamento pretendía adoptar a corto plazo.

El baile también ha deparado recientes entradas sorprendentes, como el nombramiento de Ana María Sesé, gerente del Salud con Luisa María Noeno en la consejería, como jefa de Servicio de Garantías en el Ejercicio de los Derechos de los Usuarios.

Sanidad tiene la tensión alta, pero está en tratamiento. De hecho, fuentes cercanas a la Administración aseguran que las aguas bajan «tranquilas» por el departamento. Desde otros sectores, sin embargo, se habla de ambiente «deplorable». El caso es que la sombra de los recortes y del déficit planean más que nunca sobre los continuos vaivenes en un departamento que ostenta el 37,5% del presupuesto de la DGA.

Para colmo, los médicos amenazan con la convocatoria, en otoño, de una huelga si la consejería no cumple con lo acordado en materia de productividad variable o sutura la insuficiente dotación de personal que ha provocado el cierre de numerosas consultas durante el verano. A meses de las elecciones, Sanidad se afana en suavizar los achaques.