En el despacho del ingeniero Arenas el puente del Tercer Milenio es como el cortado de las 11 de la mañana. Siempre está por las mesas, o al menos desde 1990, la lejana fecha en la que el Ayuntamiento de Zaragoza les encargó un proyecto para cruzar el Ebro y unir el creciente barrio del Actur con las Delicias. En el 86, el Plan General ya planteaba esta vía.

Han pasado casi dos décadas y en esta época en la que se auguran milagros urbanísticos --El Tubo, otro clásico del atasco inmobiliario de Zaragoza, por fin se va a inaugurar-- el mareado plan del puente y su inseparable Ronda del Rabal acaban de recibir la aprobación municipal definitiva.

Ricardo Berdié, actual teniente de alcalde de Infraestructuras, jura con su rostro más serio que en cuestión de medio año meterá las excavadoras a construir la ronda, y Zaragoza Alta Velocidad (ZAV) la sociedad que desde hace un par de años es la encargada de pagar el espectacular paso del Tercer Milenio, promete también que pondrá el dinero sin rechistar.

Planos, presupuesto y terrenos para edificar. Son los tres puntos indispensables para que el proyecto de Juan José Arenas se haga realidad, y parece que de aquí a fin de año estarán cerrados. El proyecto tiene todos los sellos; el dinero --al menos la parte de la ronda que compete al ayuntamiento-- también está apalabrado y en cuanto al suelo, el departamento de Urbanismo que dirige Antonio Gaspar asegura que tendrá en sus manos hasta el último metro antes de diciembre.

De las 46 parcelas que había que expropiar, 41 se han conseguido con la recién pactada compra del meandro de Ranillas --paga Ibercaja, a cambio de terreno municipal para 2.000 pisos protegidos en Arcosur--; en los cinco que quedan se negocia un acuerdo. Y por si algo fallara, queda en la recámara el expediente de expropiación, que podría reactivarse por la vía de urgencia.

De tanto ver su imagen digital en la tele y en los periódicos, el puente es para los zaragozanos como uno más de la familia. Parece raro pasar pos la avenida Francia, donde se asentará una de sus patas de acero, y comprobar que no se divisa, porque no está hecho. Según los vaivenes políticos ha ido cambiando de ubicación, pero su atractiva silueta se mantiene a lo largo de su historia.

Tras mucho discutir quien pagaba, si Madrid, si el consistorio, al final ha habido decisión salomónica; el proyecto del puente y la ronda es uno, pero la financiación de parte en dos. Lo que es la vía y los accesos corre a cargo del consistorio, y lo que es el puente, el grueso de la inversión, lo abonará ZAV, la sociedad que gestiona las obras del convenio del AVE.

Andrés Cuartero, consejero delegado, ya ha dicho que no se pondrán pegas. El diseño de Arenas para cruzar el Ebro se construirá de acuerdo en el plazo y coordinadamente con el ayuntamimento. Antes de que las obras salgan a concurso, el presupuesto es de 34,5 millones de euros. de ellos, 9,5 corresponden al valor de la ronda y y el resto, 25, es lo que cuesta el puente. Hay financiación de los fondos europeos Feder, pero el consistorio ya ha dejado claro en sus informes que ese dinero es para su parte de obras.

En el largo camino de esperas, modificaciones y retrasos, el puente ha conservado hasta su nombre, pero la ronda ha perdido algunos tramos. Su vocación era la de cerrar el tercer cinturón entre la Vía Hispanidad y la avenida Ruiz Picasso del Actur, pero la construcción junto en medio de la nueva estación del AVE ha roto el círculo y su proyecto comienza ahora en esta vía y termina en La Almozara, en Pablo Gargallo.