La pistola de bolsillo marca Prieto Beretta hallada en el corral donde posiblemente se refugió Igor el Ruso, y junto al que asesinó a los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Caballero, fue usada para disparar, pero el cartucho no llegó a ser expulsado «por tratarse posiblemente de un calibre superior al que puede utilizar». No hay indicio ninguno de en qué momento pudo haber intentado disparar el arma, ya que en los tiroteos de Andorra y Albalate utilizó las otras dos pistolas de mayor calibre que le encontró la Guardia Civil al detenerlo, la Beretta y la Smith & Wesson.

El informe que la Guardia Civil aportó al juzgado sobre el hallazgo del posible refugio de Norbert Feher, alias Igor el Ruso, está pendiente de las pruebas de ADN sobre los diversos restos hallados, desde cáscaras de pipas hasta las latas de comida y bebida (cerveza, sobre todo) ocultas en un hueco de una escalera de acceso al pajar. Pero a priori, tanto por las huellas de las zapatillas Paredes que había robado previamente, como por una brida idéntica a las que le encontraron en su arresto, no parece haber muchas dudas de que el asesino confeso pasó al menos un tiempo allí. De hecho había recortes de periódico del 24 de septiembre, más o menos la fecha en que dijo haber entrado a España en bicicleta, en su declaración judicial.

A este paraje era donde se dirigía para coger sus pertenencias cuando le interceptaron los agentes a los que abatió.

Precisamente el hecho de que el lugar, anexo a una casa habitada, no fuese registrado concienzudamente hasta el pasado 2 de febrero, ha enervado aún más los ánimos de los vecinos de la zona. El informe alude a que se empezó a registrar la zona en busca de indicios de permanencia de Feher «cronológicamente», desde el masico del tiroteo de Albalate del Arzobispo hasta su última ubicación conocida, en Andorra, donde descubrieron los indicios en el corral.

Los comentarios vertidos hicieron ayer reaccionar a la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC), cuyo letrado, Jorge Piedrafita, representa a la viuda e hija de uno de los agentes asesinados. Básicamente para defender que en el operativo del día 14 hubo una «correcta y profesional» actuación de los seis guardias movilizados, por la que los civiles «no se expusieron a ningún riesgo» mientras estuvieron acompañados por los agentes.

Obviamente no se refieren al momento en el que Iranzo, tras acompañar a los agentes a inspeccionar una zona próxima, volvió al Saso y fue asesinado, sino a cuando les guió, y a otro vecino que «voluntariamente» indicó a los agentes cómo llegar al lugar, quedándose «a 500 metros». La asociación pidió que, hasta que se tengan datos del operativo, «no es el momento de pedir dimisiones».