La concejala Teresa Artigas se ha convertido en protagonista esta semana en el Ayuntamiento de Zaragoza al anunciar su marcha del Gobierno de ZeC a tres meses de las elecciones. En un mes regresará a su puesto de funcionaria en la Agencia de Medio Ambiente, que está vacante. Su adiós es «un paso atrás» por motivos personales que crea más dudas.

-¿Cómo está siendo la resaca de anunciar su marcha?

-Ha sido de bastantes emociones, con muchos apoyos de la gente, mostrando su respeto a mi decisión y también el reconocimiento a estos años de Gobierno. Era una decisión complicada y tenía cierto temor a la reacción externa o si se utilizaría políticamente contra ZeC. Ver esta respuesta, aunque haya quien no la comparta, es un motivo de tranquilidad.

-¿Se ha arrepentido después?

-No, la decisión estaba muy meditada desde hace un tiempo.

-¿Cuándo lo decidió?

-Hace unas semanas.

-¿Por algo que le haya sucedido en la gestión de su área?

-No tiene nada que ver con la gestión ni con la política. Tampoco es la primera vez que lo había pensado y, pese a toda la rumorología, no era este uno de los momentos más duros de la legislatura para mí, en los que también me podría haber planteado dar un paso atrás y nunca lo dejé.

-¿Por qué irse antes de las elecciones, que siempre suscita más rumores y más incomprensión?

-Los motivos personales han sido muy poderosos y es así de simple, aunque sea difícil de entender. La gestión está muy avanzada y lo que queda es recoger frutos de lo sembrado hace tiempo. No era un momento conflictivo.

-¿Cuántas veces se lo había planteado en este mandato?

-De pensarlo de verdad, esta ha sido la tercera o cuarta vez. Pero todo lo que se dice de que si por las huelgas o por Ecociudad... En los momentos difíciles nunca me lo planteé porque es cuando es más necesario quedarse.

-¿Se ha rendido?

-De ninguna manera. Entiendo que una motivación personal que obedece a mi vida privada, y que solo conoce mi gente más cercana, pueda llevar a múltiples elucubraciones pero no tiene por qué deberse al desgaste o a una enfermedad. Simplemente es un cambio de rol y seguiré al pie del cañón desde otra posición.

-Siempre defendió que el ciudadano de a pie puede meterse en política. ¿Piensa igual?

-Sí y es un aprendizaje para la vida y para conocer un ámbito desconocido en la calle como es cómo funciona la política, que está muy denostada. Hace mucho tiempo que decidí que no continuaría pero a mucha gente le he animado a dar el mismo paso que di yo. Es interesante conocer los hilos que la mueven porque puede ser un lugar muy hostil. Al final es un sistema que te absorbe y que tienes que adaptarte a sus propias normas.

-¿Se llega a arrepentir de haber dado aquel paso del 2015?

-Esa es una pregunta trampa. Fue una decisión que tomé y es verdad que muchas veces he pensado en revertirla, pero tomada está y ahora solo puedo hacer un balance de lo bueno y lo malo.

-¿Qué queda de aquella celebración con las bandas de concejal al aire tras la toma de posesión?

-Ha pasado mucho tiempo y he pensado mucho en esa imagen estos días. Queda la ilusión, las ganas de cambiar las cosas. O ver que se puede trabajar colectivamente por lo que crees o la esperanza de que un proyecto como ZeC perviva. La esencia de aquel día se mantiene y somos mejores porque hemos aprendido de los errores. Una de las cosas que más reivindico es el derecho a equivocarse, por mucho que estés en un cargo. Si cometes un error, pides perdón y lo modificas, sin crear grandes dramas. Pero en política hay mucho de teatrillo.

-¿Se puede ser ciudadana como si nada después de ser política?

-Claro que sí. Soy pesada con cómo gestionar tu ego cuando tienes esa capacidad de influir sobre la vida de la gente. Es interesante ver cómo lo haces, qué supone, qué te mueve o si se te sube a la cabeza, para seguir mirando a la gente de igual a igual. No creo haberme alejado de ser una ciudadana cualquiera.

-¿Aleja mucho la planta noble?

-Si te dejas absorber por ella sí. Mantener el contacto con la realidad es parte del trabajo, con gente que te recuerde quién eres, de dónde vienes o adónde vas.

-¿Qué logro recordará más?

-Uno que quizá sea muy abstracto que es el de poner en el debate la relación de la movilidad urbana con el cambio climático y la salud. Sacar al coche privado del centro no es un capricho de los hippies o ciclistas. Y llevarlo a la práctica con carriles bus y bici, o los vehículos eléctricos...

-¿Qué le gustaría haber podido lograr o dejar terminado?

-Quizá que el Plan de Movilidad lo hubiera aprobado el pleno. Pero he llevado mal este año esa cerrazón política, el no porque no, sin más motivo que el interés de un partido político.

-¿Y qué ha hecho mal usted?

-Muchas cosas, sobre todo al principio. Desde el desconocimiento o la bisoñez cometí errores. Como el primer expediente del Bizi, por ejemplo. O en temas de negociación política y la manera de acercarte a los partidos. De otras polémicas no me arrepiento, como la inspección sorpresa con Alberto Cubero a la depuradora de La Almozara.

-¿Qué revés le hizo más daño?

-A mí lo que más me molesta es cuando se miente. Pero si no, todas las críticas bienvenidas sean. Con tanta exposición pública aprendes a bregar con eso. La destrucción es lo único que no lleva a ninguna parte.

-¿Se ha sentido más desprotegida por no estar bajo el paraguas de siglas como IU o Podemos?

-Al principio sí, pero siempre he pensado que ZeC estaba ahí y siempre he tenido mucho apoyo de algunos de mis compañeros en los momentos más duros. Como el de Alberto (Cubero) en la huelga del bus, una de las cosas más valiosas que me llevo.

-¿Es un adiós definitivo?

-Nunca se puede decir de este agua no beberé, pero veo muy difícil volvérmelo a plantear. Regresar a la parte institucional, hoy lo veo bastante poco probable. Puedo aportar haciendo otras cosas. He estado muchos años de mi vida sin ni siquiera votar pero surgió ZeC y me pedí aportar. Elena Giner y yo nos animábamos la una a la otra a dar ese paso. Al final salimos las dos.

-ZeC avanza hacia una mayor presencia de Podemos e IU.

-No concibo otra cosa que no sea la reedición de ZeC. El momento actual lo requiere tanto o más que el del 2015. Es importante mantener su esencia corrigiendo fallos de los que hemos aprendido y es fundamental que sea un espacio en el que las personas independientes participemos pero también es maravilloso que los partidos decidan estar ahí. A veces los egos hacen que se nuble la visión de lo que es importante.

-¿Y lo es que Pedro Santisteve sea el número uno de esa lista?

-No es una cuestión de personas pero Pedro es el mejor candidato posible para ZeC. Ha sido el mejor alcalde de Zaragoza en democracia y es la referencia y la cara más visible del proyecto.