Un terremoto de magnitud 3,8 en la escala de Richter, ocurrido en la noche del lunes en los Altos Pirineos franceses se dejó sentir en municipios de la comarca de Sobrarbe, en Huesca, y en el valle de Arán (Lérida) aunque no se produjeron daños.

El epicentro fue localizado en Avezac-Prat-Lahitte, a diez kilómetros de Lannemezan y a unos 70 del municipio oscense de Bielsa, y sacudió la zona del Bigorre.

El seismo se manifestó con distintas intensidades, según quedó registrado en la Oficina Sismológica Central Francesa (BCSF, siglas en francés), pero no provocó afecciones maateriales.

Aunque pueda parecer que el Pirineo es una cordillera tranquila es una de las que más actividad sísmica registra junto con la Bética y el Levante. En el entorno de Olorón se pueden registrar del orden de un centenar de seismos al año, pero su magnitud no suele superar los 4,5 grados en la escala de Richter y solo si el epicentro se sitúa más cerca de la frontera con España, la percepción del mismo es mayor. Es lo que ocurrió el pasado mes de febrero en la localidad de Arén, en la Ribagorza.

Con 4 grados de magnitud fue el más fuerte que se registraba en 36 años y tuvo su eco en toda la provincia, además de varias réplicas de menor intensidad.

En los terremotos intervienen distintos factores, desde la intensidad y la profundidad hasta la poca o mucha población que vive en las zonas afectadas. Los temblores con origen en Olorón y su entorno se caracterizan además por ser bastante superficiales y registrarse en un radio muy concreto, de forma que los epicentros tienden a aparecer muy agrupados geográficamente.

El Pirineo es una cordillera en crecimiento, especialmente en la vertiente norte, debido a la estructura en profundidad de las capas más superficiales de la corteza terrestre. Además, se encuentra en la zona de interacción entre la península Ibérica y el resto de Europa.