Santiago C. E., de 24 años, que está imputado por estafar presuntamente al párroco de Borja, Florencio Garcés, y que ayer compareció como testigo en esta causa declaró que él sabía solo "por rumores" que el sacerdote era extorsionado con una fotografía que nunca ha aparecido y en la que supuestamente se le veía con una mujer semidesnuda. A su vez, el cura está imputado por apropiación indebida de 185.000 euros y abusos sexuales.

Cinco miembros de una familia gitana con el mote de Zapato Veloz están acusados en el mismo procedimiento por extorsionar supuestamente al sacerdote, bajo la amenaza de mostrar la imagen en el caso de no recibir las cantidades de dinero solicitadas. Sin embargo, uno de los imputados manifestó ayer a la puerta del Juzgado de Tarazona, donde compareció Santiago C. E., que "don Florencio nunca ha sido extorsionado" por ellos y que todo es "un chantaje".

El abogado de Santiago C. E., Javier Ferreira, señaló que, a preguntas de la jueza, su cliente reconoció que "existía" la foto, pero negó con rotundidad que hubiera estafado al sacerdote. "Mi cliente dice que no existe tal estafa porque no ha habido ningún engaño", manifestó Ferreira. "Él nunca ha negado que recibiera dinero, pero las cantidades que se rumorean exceden con mucho a lo que realmente dice haber manejado", agregó. En este sentido, cabe recordar que Santiago C. E. declaró en noviembre, tras ser acusado de estafar al cura, que este le había pagado 30.000 euros a cambio de sus servicios sexuales.

Por su parte, Enrique Trebolle, abogado de Florencio Garcés, subrayo ayer que el testigo tenía "una credibilidad nula". "He visto un testigo incoherente, inseguro, rectificando, que lo sabía todo por rumores", continuó el letrado.

Sergio Pérez, que defiende a la familia Zapato Veloz, destacó que el testigo de ayer le merecía "muy poca credibilidad". "Se habla de posibles fotos, pero nadie ha visto la fotografía, son todo rumores", dijo el abogado, que aseguró que el testigo no había sido "capaz" de decir que había visto el contenido de la instantánea.

Santiago C. E. acudió al juzgado con la cara tapada con un pasamontañas y una capucha, al igual que los miembros de su familia que acudieron a buscarle en un coche.

Su versión de los hechos difiere de la aportada por el párroco, que declaró que le había estado dando dinero durante algún tiempo para ayudarle a él y a su familia, dado que pasaban por un mal momento económico.