Uno de los testigos que compareció ayer en el juicio por la brutal paliza sufrida por el dueño del bar La Luna de Huesca situó a los acusados en el establecimiento, aunque precisó que no llegó a ver la agresión.

Este testigo, que declaró oculto tras una mampara, al igual que el resto de los citados ayer, admitió que horas más tarde vio a un menor ya condenado por estos hechos y que este dijo: «Le hemos dado porque, si nos molestan a uno, respondemos todos».

Añadió que el menor, de etnia gitana al igual que los cinco acusados, se encontraba en esos momentos en el entorno de sus compañeros, aunque algo alejado de ellos.

Otros testigos declararon que fue un grupo de etnia gitana quien agredió al responsable del bar, pero aseguró que no llegaron a ver las caras de los atacantes.

Los acusados, que negaron el pasado martes su participación en los hechos, se enfrentan a penas de 11 años de prisión y al pago de una indemnización conjunta de 662.000 euros por las lesiones causadas a la víctima en la madrugada del 21 de julio del 2013.

Tras la comparecencia de los testigos, los agentes policiales responsables de la investigación explicaron que el grupo agresor actuó de forma «cohesionada, no esporádica sino planificada».

Aseguraron que al inicio de las pesquisas se investigó la posibilidad de que la paliza hubiera sido ordenada por una tercera persona de raza gitana con la que la víctima mantenía diferencias en materia de negocios, una línea de investigación, agregaron, que se abandonó finalmente por falta de pruebas.