El oeste de la provincia de Zaragoza es tierra de antiguas fronteras y vivió durante los siglos XVI y XVII un gran esplendor artístico y arquitectónico. Las batallas se sucedieron y las servidumbres militares por los enfrentamientos entre familias marcaron la fisonomía artística de la zona. La presencia del vivo río Jalón también favoreció la economía de la zona y en años posteriores en sus orillas creció una floreciente industria que aún es referente en todo Aragón. Además, el visitante que decida emprender esta ruta (la más corta de todas la que se proponen, con 38 kilómetros) tendrá tiempo para perderse en uno de los bosques más singulares de la provincia.

El impresionante castillo de Mesones de Isuela es el punto de partida del recorrido. La fortaleza debe su fisonomía exterior al arzobispo de Zaragoza Pedro Fernández de Luna: posee seis torreones perimetrales y en el interior de uno de ellos se levanta una bella capilla con una techumbre mudéjar que combina pinturas y una sutil estructura de madera. Según indican en la oficina de turismo comarcal, desde el castillo se ven todos los rincones de la población, pero uno llama especialmente la atención: la iglesia parroquial de la Asunción. Construida a base de ladrillo, tiene una hermosa torre a los pies, de planta cuadrada y cuerpo superior octogonal. También la iglesia tuvo su origen mudéjar que se remonta al siglo XVI.

Otro tiempo

La ruta sigue en uno de esos tesoros aragoneses que permanecen en un plácido olvido. Chodes fue un municipio que en la época barroca decidió abandonar su anterior emplazamiento (por su altura y falta de agua resultaba incómodo para vivir, por lo visto) y plantear de nuevo todo su trazado. Gracias a esta decisión cuenta con una plaza circular separadas por pilastras decorativas. Los visitantes quedan inmediatamente trasladados a otro tiempo.

Siguiendo el trazado marcado por la Diputación Provincial de Zaragoza para descubrir los palacios y castillos de frontera, se llega a Morata del Jalón. En la localidad (favorecida por los antiguos condes de Morata y marqueses de Villaverde) es fotografía obligada el conjunto histórico que forman el gran palacio barroco, la fachada de la iglesia de Santa Ana y la casa consistorial. El Gobierno de Aragón ha anunciado la próxima rehabilitación del palacio, actualmente cerrado y acumulando polvo y deterioro. En pocos años, lo que fuera escuela, viviendas y sede de distintos organismo oficiales volverá a deslumbrar con su empaque señorial.

Muy cerca se alcanza Sestrica, que esconde el mayor alcornocal aragonés, enclave botánico y natural único que se extiende a lo largo de más de 300 hectáreas, con senderos bien señalizados y apto para todos los caminantes. La ruta más habitual para visitar el alcornocal parte de Sestrica por el camino de San Bartolomé, siguiendo las indicaciones hasta el recientemente inaugurado refugio de cazadores y senderistas (se encuentra a unos 4 kilómetros) y a partir de ahí en dirección oeste para adentrarse primero por el pinar y luego efectuar una ruta circular para volver al refugio y a Sestrica. Merece la pena pasar un tiempo recorriendo esta industria natural dedicada al corcho.

La ruta propuesta por la DPZ finaliza en Illueca, cuna de Benedicto XIII, el Papa Luna, donde se levanta hermoso e imponente el palacio natal hoy convertido en hospedería. Desde las alturas se podía dominar todo el territorio y controlar las pretensiones de conquista de las zonas vecinas. También la iglesia parroquial posee una interesante decoración interior y yeserías barrocas de inspiración mudéjar. Además, como no todo en el mundo tiene que ser arte y naturaleza se puede aprovechar el paso por Illueca para realizar unas compras. La pujanza económica del municipio se puede observar en las fábricas de calzado, pero también en el resto de los comercios. La declaración de Illueca como zona de interés turístico, lo que permite una amplitud de horarios comerciales, también sirve para los restaurantes. Un mundo de frontera con intensos sabores para conquistar.