Si uno pregunta quién fue el Tío Jorge, en el Rabal lo describirán con cuatro palabras: arrabalero, vecino, batallador y un símbolo.

Ayer esta definición se repitió en el 206 aniversario de su fallecimiento. A pesar de los años, la figura de este ilustre personaje se mantiene viva y su nombre sigue siendo un motivo de lucha. Entonces, él batalló con armas de fuego, ahora sus vecinos, los que ayer le homenajearon, lo hacen con gritos, pancartas y manifestaciones.

Vestidos con los trajes regionales y acompañados por la armonía musical de la banda Royo del Rabal, más de medio centenar de arrabaleros exigieron un monumento en el osario del parque Macanaz, justo donde descansan los restos de más de "10.000 zaragozanos fallecidos en la batalla de Los Sitios". Por eso, ayer solicitaban, una vez más, que se conmemore el bicentenario de Los Sitios. Y la fecha elegida fue ayer, 15 de noviembre, 206 años después de la muerte del Tío Jorge.

Monumento pendiente

El presidente de la Asociación de Vecinos Tío Jorge, Rafael Tejedor, cuestionó el motivo por el que ni el Gobierno de Aragón ni el Ayuntamiento de Zaragoza cumplen la "promesa" de levantar un memorial en esta zona. "Hay una placa", decía, con cierto recelo del resto de monumentos conmemorativos, como el de la plaza Los Sitios, el de Agustina de Aragón o el mausoleo de las heroínas, que se inauguraron con motivo del centenario de Los Sitios.

Tejedor recordó que existe un proyecto, pero parece estar hecho para coger polvo en el cajón de algún despacho.

No ocurrió lo mismo con el peirón que preside la entrada al puente de Piedra desde el distrito, donde también hay restos de batalladores bajo las toneladas de hormigón. Este emblema, que tomó forma el año pasado, se realizó gracias a la colaboración y solidaridad vecinal. "Es el monumento de exaltación a la figura del Tío Jorge que demuestra que estamos todos a una", recordó Tejedor a todos los que se acercaron a la cita y que aguantaron firmes a pesar del cierzo que, como ayer, acostumbra a soplar en la ribera del Ebro.

Precisamente fue en el balcón de San Lázaro donde comenzó la ruta histórica y reivindicativa que la entidad organizó para celebrar el fallecimiento del Tío Jorge.

De allí se trasladó a Macanaz, donde colocaron una corona de laurel. Un gesto simbólico que trata de ocupar el vacío del monumento que debería estar instalado en este punto de la ciudad y para "dotar de contenido histórico y cultural la Zaragoza del siglo XXI".

La ofrenda vecinal prosiguió su ruta hasta llegar a la plaza del Rosario y, finalmente, terminar en la calle Ibort donde colocaron otra corona de laurel. Esta vez, bajo la ventana de la que fue la vivienda de su ciudadano ejemplar.