Cuando la noche ya había caído en la sierra de Alcubierre, los numerosos frentes desbocados del incendio iluminaban las humareda de un intenso color naranja. «Nos toca dormir como a liebres, con un ojo abierto», reconocían los vecinos antes de dar la vuelta con el tractor y volver a casa a pasar la noche. El control nocturno de las llamas quedó en manos de la Unidad Militar de Emergencias y lo único que se podía hacer era confiar en que el descenso de las temperaturas calmara algunos de los focos que arrasaban descontrolados -aunque sin riesgo para viviendas o granjas- con los campos segados, las carrascas y los pinares.

La zona más afectada por el incendio han sido los alrededores del Santuario de la Virgen de Magallón, que cuenta con un albergue en el que estaban alojadas únicamente dos personas. «Nos avisó la Guardia Civil para proceder al desalojo, ha sido una suerte porque durante los fines de semana solemos tener muchos más visitantes», expresó la actual gestora del recinto, María del Pilar Torres. Afortunadamente las llamas no causaron daños en las infraestructuras. Dos turistas tuvieron que ser desalojados, así como el resto de los trabajadores y los vehículos que estaban estacionados en el entorno.

El alcalde de Leciñena, Rubén Gracia, pidió también calma a la hora de valorar los daños. El control total de las llamas durante la jornada de hoy será complicado, según expresó en su calidad de agente forestal. Gracias a su labor se pudo coordinar la actividad de los casi cincuenta vecinos que acudieron con sus tractores y aperos a controlar el perímetro de las llamas.

«El viento es muy cambiante, lo está complicando todo», lamentó Luis Montesa, otro de los vecinos que se acercó por los caminos del monte a observar el caprichoso avanzar de las llamas. La punta de una sierra que parecía carbonizada de pronto se cubría de fuego por la acción del bochorno. Mientras, los helicópteros se afanaban en descargar el agua que cargaban de la potabilizadora de la localidad. «Habrá que ver cómo la recuperamos para el resto del verano», se mostraron preocupados unos jóvenes.

Si las labores de extinción permiten acabar con las llamas en la jornada de hoy -algo que dependerá del tiempo- será el momento de recapitular. Eso sí, la temporada en el albergue se echará a perder, pues el paisaje quedará calcinado. «Me toca llamar para cancelar las reservas», asumió Torres.