Esperanza Cáceres, de 57 años. es enfermera interina desde 1993. Trabaja en el quirófano infantil del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. De 15 enfermeras de su departamento, 8 son interinas. Manuel Mercado de 40 años es Licenciado en Derecho y trabaja como administrativo interino desde el 2008. Hace poco han suprimido una de las plazas donde trabaja, en la DGA en Teruel, y se ha duplicado su carga de trabajo. Ricardo Zaragoza, de 46 años es profesor de peluquería interino desde el 2001. Ahora está en el instituto Sierra de San Quílez de Binéfar, pero ha recorrido las tres provincias aragonesas.

Uno en Zaragoza, otro en Huesca y otro en Teruel, son tres ejemplos de los casi 18.000 empleados públicos en régimen de interinidad que se beneficiarán del acuerdo adoptado el miércoles entre el Gobierno central y los sindicatos, para regularizar las casi 300.000 plazas en todo el Estado en los próximos tres años.

Según el sindicato CSIF, en Aragón suponen casi un 30% de los trabajadores de la Sanidad pública, un 40% de Educación y un 29% en la Administración autonómica. Muchos llevan tanto tiempo que van a llegar a la edad de jubilación siendo interinos.

Esperanza, por ejemplo, lleva 21 años: «Por mis circunstancias familiares no tuve tiempo de estudiar aunque luego me he presentado dos veces a oposiciones. He aprobado pero no pasé el corte». Ahora se sigue preparando para la próxima convocatoria que salga: «Es como una espinita», añade. Aunque afirma que ha demostrado al Insalud que es buena profesional y ese es el mejor examen, «el que paso en el quirófano todos los días con mi experiencia». Cree que los exámenes de las convocatorias son absurdos: «De nada me sirve conocer las disposiciones de la Constitución cuando entra un niño por el quirófano. Pero sé muy bien qué jeringa utilizar y cómo hacerlo mejor. El examen tendría que centrarse en los conocimientos de enfermería y además deberían valorarse los años de experiencia».

Algo parecido le ocurre a Manuel, que aunque aprobó, no consiguió plaza. Estuvo también en Tarragona, en el Inaem, antes de acceder a la bolsa de trabajo de la DGA. «Hay muchos aragoneses, también en Lérida, en Justicia o Hacienda, pues suelen llamar a nuestras bolsas de empleo ya que con las de allí no tienen suficiente personal para cubrir las plazas. Además, saben que en Aragón la ratio con estudios superiores es mayor que allí y los aspirantes están mejor preparados». Manuel está animado para presentarse al examen que convoquen: «En los puestos públicos debe ser así, en mérito y capacidad. Yo llevo toda la vida estudiando». La desventaja es para el que está 8 horas trabajando frente al joven que acaba la carrera y está 8 horas estudiando.

Ricardo, que ha recorrido todos los institutos de Aragón con la especialidad de peluquería, es optimista. Tener una plaza asegurada sería bueno no solopara él, sino también para sus alumnos: «Podría hacer un seguimiento en los dos cursos de la asignatura que imparto y más coordinación con el resto del equipo docente».

Para los tres sería un punto de estabilidad. Para los más jóvenes poder establecer un proyecto de vida.