Caspe volvió a salir a la calle este domingo para mostrar su apoyo a Kamal, el joven que fue rociado con ácido el año pasado como venganza sentimental contra su hermano mayor, y que sufrió graves secuelas que le han desfigurado el rostro y parte del cuerpo. Unas secuelas que su familia trata de reducir mediante unas intervenciones quirúrgicas que tendrán que ser en la sanidad privada, por lo que han abierto una cuestación por internet.

Para que su caso no caiga en el olvido y para sentir el calor de sus vecinos, su familia organizó ayer una marcha en la ciudad, como ya lo hiciera en mayo del año pasado, que culminó con varios de ellos leyendo un manifiesto. Él no pudo estar porque, como explicaba su hermano Ayoub en la misiva, los médicos le recomiendan que no le dé la luz del sol, ni siquiera en días nublados, y además no se siente con fuerzas para que la gente le vea en su actual estado.

Pero aunque no pudiera asistir a la marcha de ayer, sí le llegaron los ánimos. Según Ayoub, «esto le anima bastante, saber que la gente le apoya y le quiere le hace mucho bien», exponía.

Ahora, mientras esperan que se haga «justicia» con su caso, la familia quiere llegar hasta donde se pueda en su recuperación física, para que pueda volver a «jugar al fútbol y quedar en el parque con sus amigos», como le gustaba hacer antes del brutal ataque que sufrió.

Este está pendiente de juicio, con tres acusados principales por el momento. Aitor G. G., el sicario que presuntamente fue contratado para ejecutar el ataque; Sara G. C., la expareja de su hermano, que quiso hacerle daño así por no volver con ella y el tío de esta, José G. C., que se encargó de preparar el plan y de proporcionar el contacto. Una cuarta mujer, que trabajaba cuidando a un familiar de estos últimos, fue detenida como encubridora, aunque presuntamente la amenazaron para que no dijera nada.

La familia de Kamal espera «una condena ejemplar», y también para sufragar los gastos del juicio les servirá la ayuda económica que puedan reunir.

Pero sobre todo quieren hacer frente a unas operaciones que, están seguros, no serán baratas. «La Seguridad Social ha hecho todo lo que podía, pero llega hasta donde llega, y todas las opciones de mejora que nos quedan son privadas, dada la gravedad de las lesiones», explicaba Ayoub. «De momento tenemos una cita con el doctor Cavadas, pero luego no sabemos cuánto cuesta», añadía.

La reconstrucción de rostro y de parte del cuerpo a la que ha sido sometido con diversas intervenciones no ha podido solucionar las secuelas de audición y las dificultades para comer que le han quedado, además del trauma que lógicamente ha experimentado tras la agresión.

Por ello, la familia ha abierto un crowdfunding a través del portal gofundme.com, en el apartado Todos somos Kamal, para quien quiera colaborar. «Cualquier aportación la agredeceremos muchísimo», afirmaba su hermano.

Con la marcha, los asistentes quisieron defender también a Caspe como «un pueblo tranquilo y lleno de paz. No podemos permitir que esa tranquilidad desparezca», defendieron los familiares en el manifiesto.