Ha sido más de un mes de intenso trabajo. Un trabajo oscuro, de los que no copan portadas. Desde el pasado 18 de agosto, la Agrupación de Apoyo Logístico (AALOG 41) de Zaragoza se ha encargado de supervisar y organizar todo el envío de materiales, vehículos, armamento y munición para las tropas desplegadas en Afganistán. Una manera de cubrir las necesidades de los 1.040 militares españoles que se encuentran en Kabul y Mazar-i-Sharif, al norte del país.

Más de cien contenedores, un total de 840 toneladas en equipos, 84 vehículos, 41 vuelos en aviones exsoviéticos Antonov --con capacidad para 70 toneladas-- e Ilyushin --para 20 toneladas--... Precisamente, ayer partieron desde la Base Aérea de Zaragoza los dos últimos aparatos rumbo a la capital afgana. A partir de ahora, tan sólo se fletarán dos aeronaves de sostenimiento cada mes para reponer existencias.

Pero la principal diferencia entre ésta y otras misiones logísticas internacionales ha residido en que, por primera vez, todo el envío se ha realizado por vía aérea. "Nos ha sorprendido la gran cantidad de vuelos que hemos tenido que organizar. En otras ocasiones se usaba un único barco, pero ahora nos hemos visto obligados a dar prioridad en cada viaje a los elementos que más falta hacían en el país", explicó el comandante Pedro Sánchez Galindo, jefe de la Plana Mayor de la Célula de la Proyección y máximo responsable de la misión.

En los primeros viajes, se hizo llegar a los efectivos destacados en Mazar-i-Sharif todo lo imprescindible para dar forma al nuevo acuartelamiento que el Ejército está construyendo en la ciudad. La zona no ofrecía muchas facilidades. "Cuando llegaron allí no había nada. Por eso, lo más importante era mandarles tiendas de campaña, raciones de previsión, cocinas, duchas y algunos vehículos", comentó el comandante Blas García Marí, jefe de la Base de Tránsito y encargado de revisar todos los materiales. También ha coordinado la reparación de los vehículos que llegaron averiados. "Había que estar seguros de que todo les llegaba en buenas condiciones, porque si algo estaba estropeado, no tenían capacidad de reacción", agregó García Marí.

Aunque en general, "no se trabajó con apuros", sí hubo algunos problemas en los primeros días de este mes, cuando los 40 soldados que han participado en las labores recibieron una avalancha de equipos de distintas unidades de España, así como maquinaria que había sido empleada en Irak. "En esas fechas, nos remitían el informe con la carga que debíamos mandar la tarde anterior al despegue. Algunos llegaron en la foto finish", indicó García Marí. Eso sí, durante todas estas jornadas lo único que no cambió fue el esquema de actuación en equipo: recibir, comprobar el estado de los materiales, transportarlos a la Base Aérea y cargarlos en los aviones.