"Quien no lo sufre, no lo entiende". Así de claras fueron Rosa y Concepción Carbajal, dos hermanas afectadas por la unificación de los centros de salud mental en Valdespartera. Su hermano sufre esquizofrenia. Tiene 51 años y está estabilizado. Quien no puede relacionarse con gente y cambiar de forma radical sus hábitos es el hijo de Concepción. Tiene 29 años y también sufre esquizofrenia. Hace meses que se trasladaron desde el pueblo hasta Zaragoza. "Necesitaba un tratamiento que en el pueblo no podían darle", contaba Rosa mientras portaba un cartel exigiendo la dimisión del consejero de Sanidad, Ricardo Oliván.

Son dos historias aparentemente aisladas en una ciudad que ayer miraba con cierta intriga al centenar de personas que se concentraron en la plaza España para manifestar, otra vez, su rechazo a la unificación. Esta vez varió el recorrido y varios de los manifestantes se subieron al tranvía, el medio de transporte que desde el Gobierno de Aragón sugirieron, en su día, que se utilizara para llegar hasta el nuevo centro en Valdespartera.

La portavoz de la Plataforma Salud Mental en los Barrios, Isabel Aína, explicó que "trasladar a Valdespartera este tipo de atención supone un grave perjuicio para el paciente". La representante de esta agrupación formada por las asociaciones de vecinos afectadas, Las Fuentes, San José, Casablanca, La Paz, Torrero, Venecia y Casco Viejo, aplaudió la intención del Gobierno de Aragó de ampliar en 11 las camas del hospital Miguel Servet para este tipo de pacientes, pero, discrepó en las formas.

Más igual a menos

"Las camas son muy necesarias pero no se puede detraer el personal de las unidades de atención primaria", señaló al explicar que el personal necesario para atender a los pacientes de estas camas procederá del de los distritos. Unos profesionales muy necesarios, explicó Aína, ya que los pacientes con problemas de salud mental "necesitan más cercanía y esta se la da su médico de siempre, el de barrio".

Esta plataforma que se formó en agosto, reunió más de 10.000 firmas que apoyan su oposición a la unificación. Para el próximo 12 de febrero han organizado unas jornadas en el centro Joaquín Roncal en las que se informara sobre las consecuencias que puede tener que los pacientes tengan que volver a acostumbrarse a nuevos médicos y rutinas. "Nadie puede imaginarse lo que esto supone hasta que no lo vive", aseguró Rosa Carbajal.

"Ellos (los pacientes) no están en las concentraciones. Solo venímos los familiares y amigos porque no pueden venir porque se desestabilizarían", explicó. Y es que, como contó la portavoz de la plataforma, hay casos "leves" que si no se tratan "se pueden complicar y convertirse en patologías muy graves" por lo que, insinuó, no hay justificación que valga para tratar de economizar esta atención.