La palabra volvió a ser ayer el mejor homenaje a un hombre que supo convertirse en símbolo del diálogo, del intercambio de ideas, de la democracia: Manuel Giménez Abad. Todos los grupos políticos y los representantes institucionales se reunieron ayer en la Aljafería de Zaragoza, para recordar al que fuera presidente del PP en Aragón y letrado mayor de las Cortes, en el tercer aniversario de su muerte a manos de asesinos de ETA, el 6 de mayo del 2001.

No sólo el Parlamento regional, sino también los ciudadanos a pie de calle quisieron rendir homenaje público al diputado y senador popular. En el lugar donde murió, precisamente en la calle Cortes de Aragón, un ramo de flores recordaba el triste aniversario.

Porque "Giménez Abad es un símbolo y era un hombre querido por todos". Así lo resaltaba ayer el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, que asistió al acto de la Aljafería, al igual que el Justicia, Fernando García Vicente, el nuevo delegado del Gobierno, Javier Fernández López, el presidente del PP aragonés, Gustavo Alcalde, y numerosos representantes políticos, institucionales y sindicales. "Era un hombre entrañable y al asesinarle a él, asesinaron a un representante del pueblo", recordó el presidente aragonés, Marcelino Iglesias.

En sus palabras, el espíritu de Giménez Abad se sentía "vivo", como dijo su viuda, Ana Larraz: "No debemos olvidar, ni dejar de luchar contra el terrorismo y por la democracia". Y esta misma idea estaba presente en los trabajos a los que la Fundación Giménez Abad, que copreside su viuda, premió en este homenaje a la palabra. Climent Sabater, de RNE en Cataluña, e Ignacio González García recibieron los galardones a la mejor crónica parlamentaria y a la investigación, respectivamente.

Pero, sin duda, los momentos más emotivos llegaron con la lectura de los trabajos en el I Concurso Escolar de Redacción sobre Derechos Humanos, cuya ganadora, Marina Gavín Clavero, del Colegio Santa Ana de Caspe, realizó una auténtica oda a la libertad al leerlo. Le sucedieron los accésit de Ana María Redón, de Mora de Rubielos; Cristina Valdovinos; de Barbastro, y Elisa Hormilleja, de Zaragoza, que plasmó en una impresionante historia la otra cara de la inmigración.

"Orgulloso" hicieron sentir al presidente de las Cortes, Francisco Pina, las intervenciones de las cuatro jóvenes aragonesas. Y así lo dijo antes de cerrar el acto con sus palabras. Lo hizo recordando, "en un día de pleno" a alguien que ayer "faltaba en las Cortes", a un "hombre querido y bueno, que creía en el intercambio de opiniones y la reflexión, que nos hizo sentir orgullosos de su memoria y reivindicar la palabra en libertad". Para finalizar, Pina recordó unos versos del poeta vasco Gabriel Celaya: "Si los hombres supieran que la dicha es fácil... ¿qué buscamos todos? La Paz.