Los trabajadores de la planta de producción de Schindler salieron este lunes por la tarde a la calle por primera vez para protestar contra el ERE que ha presentado la empresa y que dejaría a 119 personas en la calle. A la concentración asistieron más de 300 personas, pero, previamente, por la mañana, el comité y un representante de la compañía suiza se reunieron ante el Servicio Aragonés de Mediación y Arbitraje, un encuentro que no fue sino una cita «preceptiva» para poder comenzar con el calendario de paros y movilizaciones.

En palabras del representante de los trabajadores, José Antonio Dieste, «la empresa sigue mostrándose firme en su decisión de cerrar», por lo que la reunión con los directivos no sirvió más que para constatar la lucha abierta entre la plantilla y Schindler. A pesar de la incertidumbre generada desde que se anunciaron los despidos, Dieste, rodeado por gran parte de los trabajadores de la planta en una concentración que tuvo lugar en la plaza España de Zaragoza, dijo que «no van a perder la esperanza hasta que finalice la negociación», que, por cierto, tiene fecha de caducidad: el día 21 de este mes es el límite que se han puesto las dos partes para alcanzar algún tipo de acuerdo.

«Por un lado, nuestra posición siempre será la de no al cierre de la planta, pero por el otro tenemos que ir negociando al mismo tiempo las condiciones de los trabajadores que se verán afectados por el cierre», explicó Dieste. El martes los representantes de la plantilla y los de la empresa se vuelven a ver las caras para hablar de las posibles recolocaciones de los empleados afectados. «Queremos que nos den información concreta de en qué condiciones serían esas recolocaciones y cuántas podrían hacerse», recriminó el líder sindical.

LOS AFECTADOS

Uno de los pequeños avances de las negociaciones hasta ahora ha sido la consecución por parte de los trabajadores de un título que les acredite como técnicos de mantenimiento de ascensores, lo que les permitiría acreditar su experiencia laboral en otras compañías. Entre los trabajadores ayer movilizados, esta medida, así como las recolocaciones, se viven con escepticismo, ya que muchos se niegan a que el cierre se haga efectivo. «Es complicado, pero no imposible que los jefes del que haya tomado la decisión de cerrar se echen atrás. Siempre hemos funcionado», declaró un empleado afectado.

«El ambiente de trabajo es malo, imagínate -añadió-. Hay una parte que está como en shock, pero otros estamos rabiosos». Según su parecer, desde el comité se tendría que haber mostrado una actitud más firme porque están en juego «más de 500 empleos», entre los directos y los indirectos. Asimismo, otros muchos de los que se manifestaron decían vivir con desconcierto el cierre de la planta de producción. «Tengo 50 años y llevo 25 en la empresa. De mi sueldo depende mi familia», decía otro trabajador acompañado por sus hijos, que también renegó de una posible recolocación: «Se ha planteado que haya plazas en Eslovaquia. ¿Quién va a querer irse hasta allí para cobrar 700 euros?».

También este lunes la eurodiputada de Izquierda Unida Sira Rego visitó Zaragoza para verse con la plantilla de Schindler, que por el momento mantiene su calendario de movilizaciones: los días 12 y 13 han convocado paros parciales que aprovecharán para concentrarse en la plaza España; y los días 19 y 20 habrá huelga durante todo el día. Para el 19 preparan una manifestación por el centro de la ciudad.